Este es un tema peligroso, ya que pasa como en el fútbol, que se acaban notando los colores, y al final lo que puedas argumentar se acaba quedando en un agua de borrajas bastante enlodado. Yo en ese sentido tengo una ventaja y un problema. Primero que no me convence ni PSOE ni PP, y que no pienso caer en lo del voto útil que genera el gran enemigo llamado bipartidismo. Segundo, que la izquierda de este país es inauditamente inaudible debido a un sistema electoral que favorece a los partidos mayoritarios por demarcaciones, es decir, los predominantes y los nacionalistas. Además, la extrema derecha siempre parece que está en la sombra, esperando para resurgir y soltar un esputo venenoso que nos contagie alguna mala enfermedad, así que hay que andar con mucho cuidado.
Los últimos acontecimientos dejan claro que a cierta gente con la que me cruce hace años ya no les queda el argumento de que sólo los sociatas son unos chorizos, así que por ahí no podemos tirar para sacar argumentos sobre las diferencias.
Si nos ponemos a mirar datos de uno y otro periodo, podríamos caer en la tentación de hacer leña del árbol caído con respecto a la crisis. Sin embargo, diré que como la economía por desgracia es cíclica y se manejan variables que en nada tienen que ver con los Gobiernos (dudo mucho de la capacidad de estos para hacer nada), pues no me atrevo a entrar en el tema, más que nada porque no puedo aportar datos fiables, y la mala sangre que te puede recorrer porque no gobiernan los tuyos no es nada científico.
Luego, por otro lado, no sé muy bien cuál es la orientación de ninguno de ellos, ni las ganas de hacerlo aceptable. Si la memoria no me falla, en temas económicos relevantes, desde el año mil novecientos setenta y siete, allá por Febrero, no se han conseguido poner de acuerdo en el Hemiciclo-patio-de-vecinas para tomar medidas de un calado importante. Claro, en aquella época teníamos un cuarenta y siete por ciento de inflación, pero sólo algo menos de un cinco de paro. Ahora es al revés, que curioso.
A tener en cuenta que somos personas que, por desgracia, dejamos que los medios de comunicación nos indiquen cuáles han de ser las proclamas y los argumentos, y claro, nos topamos con demasiados intereses económicos. Es mucho más sano cogerse los datos y ver las evoluciones, para saber si realmente las cosas son como las cuentan, y en ello ando (ya hablaré sobre esto en detalle). Te encuentras con datos terriblemente curiosos como por ejemplo que el tejido industrial de este país es una castaña, que la agricultura tiene un peso demasiado alto en comparación con Europa, que la tasa de paro española es siempre el doble que la de nuestros vecinos, que las variaciones se producen sobre todo en construcción y servicios… También que el gasto del sector público en nuestro país no es más alto que en nuestro entorno, que el número de funcionarios por habitante es los más reducidos de Europa (por debajo de Francia, Alemania, Noruega…), que la presión fiscal es inferior, que la deuda pública es de las bajas, que no tenemos más déficit que otros, que se mantienen los ratios comparativos… Luego las campañas informativas y los discursos políticos que dicen lo contrario, mienten. Todo esto, independientemente del partido que este amorrado al grifo.
Así que, ¿dónde se encuentran las diferencias para que haya gente que pase lo que pase votan a unos o a otros, o que jamás votarían a los contrarios? ¿Dónde están las señas de identidad que hacen que la fidelidad de millones de votantes no se desvíe un ápice de su partido? Está la frase de votar al menos malo, pero eso únicamente indica un conformismo difícilmente asumible teniendo en cuenta lo mucho que costó conseguir el sufragio universal, la participación y la soberanía nacional. No nos engañemos, en cuanto la cartera se ha roto, el tema del matrimonio gay, el aborto y demás han dejado de importarle un huevo de pato a nadie, y por ahí podríamos entresacar algo. La política sobre la permisividad o no en este país con respecto a delitos, menores y demás familia se mueve a ritmo de rumba, no de ideologías. Y me desespera pensar esto, os lo aseguro, porque encuentro muchos símiles y ninguna diferencia relevante, y al final del camino, da la sensación de que alguien nos está mareando la perdiz, creando entretenimientos y dispersando las atenciones para seguir haciendo lo que le place. Y eso sería mucho más grave.