jueves, 27 de mayo de 2010

Culpables

Bueno, pues parece que la escena política se empieza a poner candente, de esas escenas que a mí me gustan para poder explayarme tranquilamente en mi columna. Antes de nada, decir que hoy no me voy a poner a hablar de lo que ya se llama Zapatazo, y sólo ha pasado un día. Voy a dar rienda suelta a determinados temas, y de la historia ésta de que paguemos los funcionarios algo de lo que no tenemos culpa ya me ocuparé dentro de un par de semanas o tres. Hoy toca hablar de los culpables de esta situación. Procuraré no ser demasiado beligerante, que no es la idea.
Hace trescientos o cuatrocientos años, a los piratas se les colgaba sin conmiseración ninguna en la primera plaza en la que eran apresados; hoy en día, se les da primas, opciones sobre acciones, planes de pensiones de siete cifras… Dirá el que sea un poco obtuso de mente que si las leyes del mercado, que si oferta y demanda, que si la abuela fuma y todas esas justificaciones que me sé demasiado bien por la carrera. Como bien es sabido por todos, el objetivo de las empresas, bancos y otras covachas financieras es maximizar el beneficio, y ese es el único objetivo que les mueve. En base a eso, se juegan el dinero en la bolsa, hacen inversiones de alto riesgo, conceden préstamos con una más que dudosa política de riesgos, o apuestan a que la economía baja y hacen lo posible porque así sea.
Hay gente por ahí que se toma a cachondeo estas cosas. Salen de la bolsa cuestiones como las hipotecas basura (no hace falta poner su nombre anglosajón, idioma de pastores, para entendernos) y a nadie le resulta raro que se tiren a la piscina con esas cosas. No hay un clamor generalizado para tirar a esa gente al mar con un buen peso atado a los tobillos o, al menos, para alguien como yo, que rechaza la violencia de plano, poder meterles en la cárcel, exigirles responsabilidades de las de verdad o algo parecido.
Pues no es para tomárselo a cachondeo. Por un motivo muy sencillo, y suficientemente serio como para que los soplagaitas y carroñeros que aprovechan cualquier excusa para liarse la manta a la cabeza con chorradas, en lugar de acordarse de que por detrás hay personajes muy peligrosos y con sonrisa pícara, que después de llevarnos a una crisis sin precedentes, y de haber sido rescatados con dinero público, después nos hablan de sus intereses privados, de leyes de mercado y de que el sector privado es más eficiente que el público. Podría ser verdad hace dos años, pero ahora el que se crea esa patraña tiene un problema de oclusión mental muy serio.
Ahora sale la gente galleando en ese patio de vecinas que son los parlamentos nacionales y europeos (de momento no entro en las medidas que se han tomado, ya digo que eso lo dejo para más adelante) y se desahogan soltando sapos y chorradas, pero de momento no hay nadie con los suficientes arrestos, que se haya agarrado los machos, y haya dicho qué hacemos con toda esa gentuza que sigue en el mismo océano que antes, pero ahora amarrado a puerto esperando aguas más favorables. Y si no se hace nada, nos la volverán a liar, y no estarán ni Zapatero ni Rajoy, pero se nos habrá olvidado todo esto y volveremos a buscar responsabilidades y cuestiones donde no existen. Otra cosa es el espectáculo de la clase política, pero eso también irá en otro texto.
En nuestro país de pandereta, la cosa se ha añadido con el tema inmobiliario, repleto de más piratas de agarra lo que puedas y corre, y con una facilidad de crédito por parte de esos bancos tan solventes y tan bien posicionados que debería hacer sonrojar a todos sus analistas de riesgos. Eso nos ha llevado a un endeudamiento externo tan curioso como que si España deja de pagar los créditos algunos bancos franceses y alemanes se verían seriamente comprometidos en sus cuentas. Vamos, que todo está lo suficientemente interconectado como para que las medidas que se tomen, se hagan de común acuerdo. Pero la cuestión es que aquí hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades con un tejido productivo que da risa verlo, y un día de estos lo comento, no preocuparse. Vamos, que tenemos nuestra idiosincrasia particular que requiere de determinadas medidas que se deberían tomar para reestructurar esta casa de putas que es nuestro sistema económico, con una cultura empresarial (hablo de lo predominante, que no se me ofenda nadie) lamentable, unos bancos chorizos y una clase trabajadora que al final no sabe qué sinvergüenza le merece más pena para arrimarse.
Así que antes de nada, antes de empezar a poner a cada uno en su sitio, prefiero centrar un poquito el tema y remarcar quienes son los culpables de toda esta marea de podredumbre que nos rodea. Podría hablar de que en España somos de tal o cual manera, pero esto le afecta a todo el mundo desarrollado, desde los españolitos vagos hasta los alemanes cuadriculados. Cuidado con qué daga se tira y a dónde se apunta cuando se habla, que hay varios tipos de tiburones en el mar, pero no todos tienen el mismo hambre, ni los mismos dientes.

Alberto Martínez Urueña 13-05-2010

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