jueves, 8 de julio de 2010

Prolífiko

No lo pongo como ejemplo de nada. No pretendo, desde luego, hacer en esta columna exhibición o chulería. Son cosas que de repente llegan a tu vida y, cuando lo piensas, dices “¿por qué no?”
Me he encontrado con personas que me preguntan los porqués de tal inclinación, y la verdad es que para esa cuestión no encuentro otra respuesta que la simple y llana de porque quiero, sin más. Me estoy refiriendo por supuesto a esa costumbre que tengo de hacer música rap.
¿Por qué hacer una música así? No voy a dar explicaciones de ello, porque me parecería absurdo, y quedaría totalmente parcializado por mi gusto. Y al final el gusto no es nada más que eso, y lo demás pamplinas. Podría darle a la lengua diciendo que es una música rebelde, que por otro lado es la idea inicial, pero no es la única que tiene ese carácter. Quizá por la métrica, el ritmo, las letras, la temática… Sin embargo, nada de eso podría dar un contenido medianamente objetivo a ninguna explicación que pretendiese dejaros. No hay más explicación de que es lo que me gusta hacer y me gustaría seguir haciéndolo el mayor tiempo posible.
Es algo que sorprende a la mayoría, cuando ven a un tipo más o menos tranquilo, con más o menos ciertas ideas… Bueno, eso que visteis en mí la primera vez que me visteis, qué bobadas. Desde luego, de eso sabéis más vosotros que yo. La cuestión es que allá por el año dos mil uno descubrí lo que era este mundillo y me lancé a por él, identificado por completo en lo que se hacía y significaba. Tampoco es que me lanzase demasiado a muerte, es la verdad; he tenido siempre poca valía para saber entrar en estos lugares y, del mismo modo que no he sabido intentar entrar en el mundillo literario con mis escritos, tampoco he sabido entrar en el circuito de la música salvo por cuatro o cinco conciertos que tenido la suerte y el privilegio de compartir con mi amigo Larry Dance, y en dos de ellos con un gran tipo como Tisho. En pocas situaciones me he sentido tan bien, a pesar de que entre el público hubiese a veces poco interés, o hubiese simplemente cuatro gatos, o como en el último de los que dimos en Quintanilla de Onésimo, del que prefiero no hablar demasiado. Los presentes, como Abusón, sabrán de lo que hablo.
Sé que este estilo de música, al margen de los últimos tres o cuatro años, es algo minoritario en España. Todo son críticas y prejuicios lo que he escuchado, muchas veces por personas que no han escuchado en su vida una canción con un mínimo de interés (mucho menos un disco). No sé, hay algo en el ambiente que lo convierte en poco menos que despreciable, incluso por gente que le gusta la música electrónica que carece de cualquier tipo de mensaje (o yo no sé pillarlo). Eso quizá deja las aspiraciones de ser medianamente conocido bastante más alejado que si me hubiese dado por las rumbitas, como a Melendi, pero supongo que el hado del Parnaso nos toca a cada uno por donde quiere. Aparte que tampoco me veo con rastras, cantando rumbas y enloqueciendo niñas.
Pero el principal motivo porque el que me encuentro llamado por este estilo es porque fue una de las maneras en las que se me permitió abrirme el pecho y enseñar de manera artística lo que llevo dentro. Fue esa llamada que si no la has sentido no voy a quemarte la cabeza con explicaciones, pero de la que se habla por activa y por pasiva en ciertas composiciones. Fue un amor que se forjó lento pero seguro desde que Santi me presentó a “El club de los poetas violentos” y su maqueta “Madrid, Zona bruta”, en la que el pollo sale en los agradecimientos, allá por el año mil novecientos noventa y seis; que se asentó en el coche de Jimmy, con los “Violadores del Verso” en el dos mil uno, y su disco “Vicios y virtudes”, y que después explotó gracias a los primeros que me acompañaron en aquellos incipientes pasos, como el ya nombrado Larry Dance, aquella Puta élite que se reunía en el Master con Dj Neza, Suko y Lucifer y toda la escuadra que llevaban detrás, como Ámese o el Piri. Fueron buenos tiempos y guardo un agradecimiento para cada uno de ellos, por más que el tiempo nos fuese llevando a cada uno por nuestro sitio. Algunos siguen a mi lado, y otros algo más lejos, pero siempre en el rincón de mis recuerdos que les corresponde.
Hay quien dice que no valgo para nada en esto, y otros a los que les gusta más o menos. Coincidencias haylas en que las letras no tienen desperdicio, pero luego que si hay muchos tacos, que si son muy oscuras, muy agresivas, que no se sabe qué es eso…
Yo escribo para dar una perspectiva, una perspectiva oscura la mayoría de las veces, una parte de la vida que creo que está ahí, dura y más o menos explícita, reivindicativa, bastante agresiva, metafórica y siempre muy sincera. Trato de evitar que ciertas cosas caigan en el olvido, que la mente no se adormezca, que ciertas cosas no pasen de soslayo. Unas veces porque creo que es bueno para el que escucha y otras veces en honor a los que me refiero en las letras. Es mi música, mi elección y mis discos. Escribo en metáforas y símiles, aviso para navegantes: obviamente si digo alguna barbaridad no es que esté deseando que se mueran los feos.
Y todo esto viene a cuento de que saco nuevo disco, para el que no lo supiera ya. Producido por Parda13, el sello de Larry Dance, dieciocho canciones que espero que no dejen indiferente a nadie que lo escuche, aunque lo que sea que pueda aportar sea asco. Y las secuencias lógicas que deshilo están ahí, para el que sepa escucharlas, que no hay por qué estar de acuerdo, pero desde luego, creo que hacen pensar en lo que hay a nuestro alrededor. Espero que aporte algo a los que lo escuchen. Los que lo oigan, que lo disfruten.

Alberto Martínez Urueña 8-07-2010