martes, 11 de julio de 2023

El camino de la democracia

 

            No engaño a nadie si digo que la política es uno de mis temas favoritos. Sí que es cierto que no tengo demasiado tiempo hoy en día para profundizar en los temas, y menos para poder dejarme caer por mi columna con una cierta frecuencia (de hecho casi un año), pero para lo que menos tiempo tengo hoy en día es para encabronarme. Por eso procuro ir con cuidado.

            Creo que la democracia es un buen sistema de gobierno, pero no es perfecto. Lo sería si los ciudadanos que participan en ella lo fueran, pero por desgracia no hay un solo espécimen de nuestra raza que pueda jactarse de ello. Hace tiempo que llevo profundizando en el análisis del ser humano, leyendo, tratando de encontrar realidades más allá de lo aparente y intentando vislumbrar cuál puede ser la mejor manera para vivir una vida plena. Una de las conclusiones más interesantes a las que llegué, discurriendo por este camino, es que las personas podemos tener tres posibles trayectorias existenciales. Puede parecer una simpleza plantearlo, pero tiene consecuencias de una rotundidad y un peso tan estructural que todo parte de ellas. Son trayectorias de crecimiento, de estancamiento o de decrecimiento. De construcción, de paralización o de decrepitud. Sencillo, ¿verdad? Pero saquemos alguna conclusión de ellas. La primera de todas ellas es que el estancamiento mantenido a lo largo del tiempo desemboca inevitablemente en el de la degeneración. Son dos esquemas teóricos, pero que se basan en una realidad tan inapelable como lo es la gravedad: un cuerpo al que no se le aplica ninguna fuerza externa tiende a caer hacia el centro de gravedad más próximo. Llevado a nuestro terreno, si no hacemos ningún esfuerzo por nada, no nos quedaremos estáticos en un punto de equilibrio más o menos satisfactorio, sino que nos despeñaremos hacia los infiernos más profundos de nuestro ser.

            El camino de crecimiento, por lo tanto, requiere de un esfuerzo constructivo. No hay un refugio que te ponga al amparo de la tormenta si no aportas recursos en su construcción inicial y básica; y no hay refugio que pueda convertirse en hogar si no le prestas la adecuada atención día tras día, embelleciéndolo y reparando sus desperfectos con la correcta diligencia. El ser humano que conformamos es nuestro propio hogar, somos nosotros mismos en nosotros mismos, es el único lugar donde se encuentra la paz y la armonía, y somos nosotros mismos desde donde puede partir para poder aportarla a nuestro entorno. No hay verdad más inmutable que ésta: únicamente el que puede descansar en la realidad, que es una e indivisible, puede alcanzar la paz que buscamos todos. Desde allí, si tiene fuerza y sabiduría, encontrar la manera de introducir alguna mejora.

            Por desgracia, la política de hoy en día no busca, en ninguno de sus aspectos, favorecer este tránsito de la persona. No quiere que hagamos ese esfuerzo de construcción y embellecimiento. Nos necesita en otro lugar. Quiere nuestra atención en otras localizaciones. Pretende que pongamos nuestro esfuerzo vital en otros puntos. De esta manera, las personas caen en un embrutecimiento que, por desgracia, incluso se enaltece en ciertos ámbitos en donde sacan verdadero rédito de nuestra decrepitud existencial.

            Ojo, la culpa no es de la política. Ésta no es más que un reflejo de la sociedad en que vivimos. Los políticos sólo ofrecen aquello que la gente pide. Sólo venden el producto que mejor compramos. Ellos persiguen sus objetivos, y para ello necesitan de nuestro voto, y nos ofrecen la mejor composición de fuegos de artificio con que deslumbrarnos.

            La democracia es el mejor sistema, desde mi punto de vista, pero la construcción de la democracia (en realidad, de cualquier sistema social en que pensemos) parte de la construcción de cada una de las personas que conforman esa sociedad y, por desgracia, hay demasiadas personas, quizá una masa crítica, que siguen el camino contrario. De superarla, no sé hasta dónde llegaría la pendiente por donde nos vamos despeñando poco a poco, pero espero que, por una vez en la historia del hombre, no implique más víctimas de las que ya estamos acumulando.

 

Alberto Martínez Urueña 11-07-2023

 

No hay comentarios: