Por qué no votaré a la derecha
¿Por qué no
voy a votar este domingo a la derecha? Es muy sencillo. De todo lo que se podía
hablar en el debate de ayer –que, por supuesto, no me tragué entero porque
llevo escuchándoles hablar demasiados meses como para hacer como el españolito
desmemoriado que se traga las falacias de un discurso sin preguntas– únicamente
me interesaban un par de temas. Para debatirlos en detalle. Hay otras que no
debato porque las considero básicas. Estas cuestiones sobre la que sólo hay
certezas intelectuales son, verbigracia, el marco legal en el que nos movemos
todos, la inversión en I+D+i en Educación, en Pensiones o en Sanidad. También
meto en este tema la eutanasia –a ver por qué va a tener que decirme nadie
hasta cuándo estoy obligado seguir vivo–, el aborto –no estoy a favor del
aborto, pero menos de decirle a nadie lo que hace con su vida– o la
prostitución y la gestación subrogada –curiosamente a estos trabajos sólo se
apuntan las que no pueden dedicarse a otra cosa–. El tema del machismo ni lo
comento: yo puedo salir a correr al pinar a la hora que me da la gana, sin
miedo, y las mujeres no pueden. ¿Hay un código penal que condenaría a un
posible agresor de igual manera si me toca a mí sufrirle que si le toca, por
poner un ejemplo, a vuestra madre? Sí, pero estadísticamente ella tiene más
riesgos de que le pase. Por eso estoy a favor de buscar la forma de protegeros especialmente
a vosotras, y no a mí. Además, y esto es tan evidente que no entiendo a quien lo
niega, yo he vuelto borracho a casa algunas noches, y nunca me sentí en
peligro; por lo que parece, si a una mujer que va borrachísima le asaltan por
la noche, no es tan grave que si le ocurre de día estando sobria. Pero vamos al
turrón.
Los temas que
me interesan, allí donde veo algo de interés más allá del zasca para
deficientes mentales y palmeros, son en el tema económico y en el tema
medioambiental. Si empiezo por este último, sin necesidad de hablar del cambio
climático antropogénico–te puedes creer que es mentira o hacer caso a la práctica
totalidad de los científicos que se encargan del tema–, tenemos la cuestión de
las muertes causadas por la contaminación. Aquí hay un posicionamiento
fundamental que hacer al inicio, antes de empezar a hablar de medidas: hasta
qué punto es importante la salud con respecto al sistema económico. Y una vez
que te posicionas con respecto a esto, se determina el esfuerzo que consideras
necesario para cambiar de un modelo económico contaminante a uno menos
contaminante. Es un esfuerzo económico, por supuesto. Puedes considerar que la
salud no se ve afectada por la contaminación –y seguramente, tengas algún
problema mental– y entonces serás un palmero de Trump, seguramente tus padres
sean hermanos, o quizá primos, y estés convencido de que La Tierra es plana y
de que las vacunas están pensadas para matarnos a todos. Puedes considerar que
el esfuerzo económico a realizar tiene que sopesar las consecuencias sobre los
mercados de trabajo y de capitales, los costes para las empresas y cómo
compensarlas, las distorsiones negativas para las familias… Entonces, estarás
en la línea del PP y Cs, que abogan por advertir a las empresas de que dentro
de unos años se limitarán las emisiones –plazos que luego suelen prorrogarse
sine die–, por incentivar fiscalmente a las empresas que menos contaminen –que paguen
menos impuestos, aunque el tipo efectivo ya sea ridículo–, y todo ello sin perjudicar
a los empresarios que decidan seguir en el tren que nos ha traído hasta donde
estamos. Respeto absoluto a esta opción, pero yo no la veo. No creo que las
empresas vayan a realizar una reconversión industrial muto proprio, no creo que
deban pagar menos impuestos por una reconversión que también beneficiaria a sus
pulmones, y, además, considero que una reconversión industrial hacia economías
menos contaminantes supondría un aumento de nuestra capacidad industrial y de
nuestras potencialidades y eficiencias, así como a las productividades de la
que tanto se hablan. Como no veo que el poder económico vaya a ser capaz de
comportarse mínimamente con respecto a este tema –es muy útil para otras
cuestiones–, prefiero empezar desde ya y establecer un marco legal claro que
les meta en vereda y exigir un esfuerzo importante para levar a cabo esa
reconversión hacia un modelo menos contaminante –sustentable ecológicamente– lo
antes posible.
Lo del tema
económico, un par de apuntes. Cuando el PP y Cs hablan de bajar los impuestos,
es necesario decir que Cs nunca lo ha hecho porque no ha gobernado y que el PP,
gobernando, nunca les ha bajado los impuestos a las clases medias. Cualquiera
interesado en el tema, que me lo diga, que le mando los datos. No lo digo yo,
lo dicen economistas neoliberales que acusan al PP de decir ser neoliberal y
luego aplicar medidas que nada tienen que ver con esas tesis. Además, añado una
cuestión especialmente dirigida a cualquiera de vosotros que no ganéis más de
ciento cincuenta mil euros al año. Cuando hablan de bajar los tipos del IRPF a
los que benefician fundamentalmente es a los que ganan más. Cuando quieren
quitar el impuesto de sucesiones o el de patrimonio, estos ya estaban
bonificados y reducidos de tal manera que nosotros no lo pagábamos, lo pagaban
los ricos. Cuando aplican todas esas medidas, les bajan los impuestos a los que
ganan más de ciento cincuenta mil al año, pero luego lo compensan subiéndoles los
impuestos a la clase media, a ti y a mí, y, en caso de que no lo hagan, no
recortan para que el sector público sea más eficiente, lo recortan para que sea
más pequeño, por lo que te recortan en Pensiones, Sanidad, en Educación –incluso
el dinero que pagas si llevas a tu niño a un concertado– en infraestructuras y
en I+D+i; es decir, cargándolo igualmente sobre las clases medias y, de paso, cargándose
de un plumazo a las generaciones mayores, a los adultos y el futuro de nuestros
hijos.
Alberto Martínez Urueña (4-11-2019)
PD: no sé lo
que voy a votar, y no soy palmero de nadie, y no soy enemigo ni de Rivera ni de
Casado, ni de sus votantes; tengo mis ideas y mis tesis, y las confronto con
las suyas. Por eso no considero que ningún español sea mi enemigo. Tampoco
ningún extranjero. Ni ningún ser humano, por cierto.
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