viernes, 1 de junio de 2018

Eso de la moción. Parte I


            Eso de la moción de censura… Huyamos de los comentarios más vulgares y profundicemos en el tema, porque para decir que todos los políticos son iguales, es mejor tirarse al monte y acabar con todo. Además, todos los políticos son iguales cuando la derecha ha empezado a estar en tela de juicio, antes la izquierda era ladrona y la derecha esplendida. ¿Os acordáis de esa época? Parece que los tiempos cambian. Ahora resulta que las organizaciones son lo que son, con una generalización de gente honrada y algunas manzanas podridas sueltas. Ya veo. Luego hablamos de coherencias.

            Pero vayamos al meollo. Me dicen que la moción de censura produce pérdidas en bolsa –a estas horas, sube, y la prima de riesgo baja–. Más allá de que sabemos que las bolsas responden múltiples cuestiones, también internacionales como es la crisis italiana, os diré otra cosa: defender que por esto haya que mantener a Rajoy en La Moncloa es defender que la economía es más importante que la corrupción. Podría ser, pero yo defiendo otro argumento: esto denota, por desgracia uno de los principales males de nuestra realidad política y social: la visión cortoplacista que sufrimos en España. ¿O acaso no es cierto que llevamos años y años lastrados por la corrupción? ¿Acaso la corrupción no deteriora nuestra economía? Diré, sin miedo a equivocarme, que una de las consecuencias de que la crisis destrozase más a España que a otros países fue precisamente nuestra exposición al ladrillo, es decir, la construcción, una construcción fomentada por Ánsar –echad un vistazo a sus planes de desarrollo en el año 2000–, cuyo vicepresidente era Rajoy, y cuya burbuja fue negada por Rato. Y que, por cierto, ZP no quiso pinchar antes de que se nos llevase por delante, no lo olvido. La economía de la que presume el PP debería ser mucho mejor de lo que es hoy en día, acabemos con el mantra de que dirigen la economía mejor que otros, porque no hay pruebas de ello. Su corrupción institucional destroza nuestra economía, y negarlo es tan ridículo que no merece ser ni argumentado.

            Con respecto a la ETA. Bildu es lo que es, es más que evidente: un partido que defiende la independencia del País Vasco, pero también se dicen más cosas que pueden ser ciertas, no lo niego: el partido heredero de Herri Batasuna, el partido que no renegó de los asesinatos de ETA. Un partido que se refundó en el año 2001 y se llamó Batasuna para evitar que se le cargasen, pero que fue ilegalizado en el año 2003, al igual que Euskal Herritarrok. También se ilegalizaron igualmente los partidos Acción Nacionalista Vasca o el Partido Comunista de las Tierras Vascas. EHBildu es un partido heredero de todos ellos, creo que el sentido común nos dice eso, pero supongo que habrá alguna diferencia, ya que, al menos éste, no está ilegalizado.

            Y esto enlaza con lo del problema territorial en España y el respeto a las víctimas: os recordaré un par de cosas que no está mal dejar pasar. Fue Ánsar el que cedió a las pretensiones catalanas con respecto a Sanidad, Educación y Servicios Sociales para formar gobierno. ¿Fue por ser gobernante a cualquier precio o por echar de La Moncloa a un gobierno que, en su apariencia y por tanto tenía una responsabilidad política, parecía corrupto hasta la médula? Fue Ánsar el que hablaba en catalán en la intimidad. Fue Ánsar el que hablaba del problema de Euskadi y dijo que ETA era el movimiento de liberación vasco. ¿Quién formaba parte de ese Gobierno? Mariano Rajoy. ¿Quién utilizó el terrorismo como arma arrojadiza, tachando de traidor a ZP por hacer lo mismo que hizo Ánsar, es decir, negociar para intentar obtener un final negociado con ETA? Mariano Rajoy. Podríamos usar estos argumentos para afirmar que el PP ha hecho un uso torticero de las víctimas para sacar escaños, pero no voy a caer en una bajeza semejante: no voy a acusar a nadie de querer sacar votos gracias al terrorismo, tal y como sí que han hecho los dirigentes del PP. Ellos sí que acusan de querer gobernar a costa de cualquier negociación con quien sea.

            Se habla de las negociaciones con los partidos nacionalistas como si eso fuese ver a alguien al lado de un cadáver con la pistola humeante de la mano y riendo a carcajadas. No veo de qué manera se diferencia esto de la negociación del cupo vasco, de la negociación de los presupuestos, de la negociación de un nuevo estatuto de autonomía vasco en el que se reconoce en su preámbulo el derecho a la autodeterminación. Sí, sí, todo cosas que estaba negociando Mariano Rajoy con el PNV, y no vi a nadie rasgarse las vestiduras. Por sentido de Estado.

 

Alberto Martínez Urueña 1-06-2018

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