Hacía tiempo que no compartía con vosotros este tipo de título. Ya sabéis que
cuando aparece algún texto con él suele tener que ver con esa faceta mía, no
demasiado aceptada, aunque sea conocida. Según a quien preguntes…
No llevo en esto ni veinte años, no tanto como con los textos que os mando,
pero es interesante hablar sobre la evolución de la música que hago, los
ambientes agresivos, tétricos, violentos, de los primeros años han ido dando
paso a otra forma de hacer las cosas. No he abandonado ese toque reivindicativo
en el que tomo partido por unas u otras opciones en letras en las que no
pretendo ser políticamente correcto. Eso lo puedo dejar para los textos, el
sentido de la música es diferente.
Ya sabéis que no suelo poner nombres y apellidos de nadie en mis canciones, y
en este caso ocurre exactamente lo mismo. En algunas ocasiones, ha habido
personas que me han preguntado por qué, o que incluso han tildado esta
costumbre de poco valiente por mi parte. Quizá pueda tener algo de eso, pero
los motivos conscientes son otros. Me explicaré con cuidado: no creo que las
personas puedan caber en una definición, en una clasificación, en un cliché…
Las personas no admiten definiciones, y mucho menos, definiciones estáticas
como las que lanzo en las canciones. La idea es otra.
La idea que rige mis canciones parte del intento de plantear cuestiones
absolutas que puedan o no aplicarse de manera relativa a alguno de los aspectos
que componen nuestra vida, nuestra persona, en mayor o menor medida. Es
evidente que cuando hablo de maltratadores no creo que esto se pueda aplicar a
demasiada gente, pero, sin embargo, cuando hablo de las personas que van con el
piloto automático, obedeciendo de forma subconsciente los mandatos
predeterminados de nuestra estructura social, sin preocuparse de
autodescubrirse… Aquí la cosa cambia. Todos tenemos, en mayor o menor medida,
un poco de esto. Todos tenemos que hacer el esfuerzo de despertar.
También hablo de vivencias pasadas, de cosas con las que, en el pasado, podía
estar más o menos de acuerdo, pero que con el paso del tiempo ya no me
convencen. Y hablo siempre desde mi propio punto de vista, sin pretender decir
que el mío sea el más correcto. Hay una tendencia bastante extendida y bastante
equivocada por parte de nosotros, personas adultas, de considerar que con los
años hemos alcanzado una serie de verdades, cuando en realidad, lo único que
hemos hecho ha sido cambiar la perspectiva con la que miramos un hecho
concreto.
Por supuesto, hay cuestiones sobre las que no puedo dejar de hablar, y espero
que nunca me sepulte la insensibilidad de la que a veces parece
haberse impregnado nuestro Occidente. Más allá de las ideas o consideraciones
políticas de cada uno, hay verdades que son incuestionables. En este disco
tenemos la canción de Tiempos negros en la que, sin entrar en responsables
directos, hablo de las tragedias humanitarias que acosan a los más débiles, a
los niños, y que, con independencia de las posibles soluciones que cada uno
pretenda aportar o defender, es una realidad que a mí se me hace irrespirable.
Todavía recuerdo la fotografía que apareció en las portadas con el cadáver de
un niño tirado en una playa. Esas cosas siguen pasando hoy en día, aunque los
medios de comunicación estén en otras historias.
Precisamente, de los medios de comunicación hablo en otro de los temas,
Generadores de opinión, y de cómo estos medios de masas no pueden ser, aunque
lo intenten, plataformas asépticas e independientes de quienes pagan las
facturas. Denuncio esa falsa libertad de prensa en la que, en lugar de informar
sobre los hechos concretos que suceden a nuestro alrededor, aplican una
tendenciosidad incuestionable, generando opiniones, en lugar de aportar hechos
para que seamos los propios ciudadanos los que podamos formar nuestros propios
criterios. Robándonos ese derecho de forma velada, aportando en su lugar una
comodidad mezquina que nos permite vivir sin hacer nuestros esfuerzos.
Formar nuestra propia opinión es un derecho, y al mismo tiempo, una
responsabilidad que hemos de asumir para vivir en una democracia
real.
Por último, en mis canciones también hablo de por qué sigo haciendo esto,
porque música y por qué este tipo de música. Una disciplina artística en la
que, lo reconozco, tampoco soy demasiado bueno, sólo hago lo que puedo y lo
hago exactamente igual que hago los escritos, sólo con lo puesto, dejando en
cada una de mis composiciones, las que sean, una parte de lo que soy.
En fin, ahí os dejo el enlace para que podáis descargaros, si queréis, las
canciones del disco, y también las portadas que he realizado. Hoy ya no hay
soporte físico, pero bueno… Siempre nos queda la opción de grabar en nuestra
memoria la imagen de cada disco que escuchamos.
Alberto Martínez Urueña 28-05-2018
PD: aquí tenéis el enlace:
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