lunes, 28 de mayo de 2018

Prolifiko 2018


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            Hacía tiempo que no compartía con vosotros este tipo de título. Ya sabéis que cuando aparece algún texto con él suele tener que ver con esa faceta mía, no demasiado aceptada, aunque sea conocida. Según a quien preguntes…




            No llevo en esto ni veinte años, no tanto como con los textos que os mando, pero es interesante hablar sobre la evolución de la música que hago, los ambientes agresivos, tétricos, violentos, de los primeros años han ido dando paso a otra forma de hacer las cosas. No he abandonado ese toque reivindicativo en el que tomo partido por unas u otras opciones en letras en las que no pretendo ser políticamente correcto. Eso lo puedo dejar para los textos, el sentido de la música es diferente.


            Ya sabéis que no suelo poner nombres y apellidos de nadie en mis canciones, y en este caso ocurre exactamente lo mismo. En algunas ocasiones, ha habido personas que me han preguntado por qué, o que incluso han tildado esta costumbre de poco valiente por mi parte. Quizá pueda tener algo de eso, pero los motivos conscientes son otros. Me explicaré con cuidado: no creo que las personas puedan caber en una definición, en una clasificación, en un cliché… Las personas no admiten definiciones, y mucho menos, definiciones estáticas como las que lanzo en las canciones. La idea es otra.


            La idea que rige mis canciones parte del intento de plantear cuestiones absolutas que puedan o no aplicarse de manera relativa a alguno de los aspectos que componen nuestra vida, nuestra persona, en mayor o menor medida. Es evidente que cuando hablo de maltratadores no creo que esto se pueda aplicar a demasiada gente, pero, sin embargo, cuando hablo de las personas que van con el piloto automático, obedeciendo de forma subconsciente los mandatos predeterminados de nuestra estructura social, sin preocuparse de autodescubrirse… Aquí la cosa cambia. Todos tenemos, en mayor o menor medida, un poco de esto. Todos tenemos que hacer el esfuerzo de despertar.


            También hablo de vivencias pasadas, de cosas con las que, en el pasado, podía estar más o menos de acuerdo, pero que con el paso del tiempo ya no me convencen. Y hablo siempre desde mi propio punto de vista, sin pretender decir que el mío sea el más correcto. Hay una tendencia bastante extendida y bastante equivocada por parte de nosotros, personas adultas, de considerar que con los años hemos alcanzado una serie de verdades, cuando en realidad, lo único que hemos hecho ha sido cambiar la perspectiva con la que miramos un hecho concreto.


            Por supuesto, hay cuestiones sobre las que no puedo dejar de hablar, y espero que nunca me sepulte la insensibilidad de la que a veces parece haberse impregnado nuestro Occidente. Más allá de las ideas o consideraciones políticas de cada uno, hay verdades que son incuestionables. En este disco tenemos la canción de Tiempos negros en la que, sin entrar en responsables directos, hablo de las tragedias humanitarias que acosan a los más débiles, a los niños, y que, con independencia de las posibles soluciones que cada uno pretenda aportar o defender, es una realidad que a mí se me hace irrespirable. Todavía recuerdo la fotografía que apareció en las portadas con el cadáver de un niño tirado en una playa. Esas cosas siguen pasando hoy en día, aunque los medios de comunicación estén en otras historias.

            Precisamente, de los medios de comunicación hablo en otro de los temas, Generadores de opinión, y de cómo estos medios de masas no pueden ser, aunque lo intenten, plataformas asépticas e independientes de quienes pagan las facturas. Denuncio esa falsa libertad de prensa en la que, en lugar de informar sobre los hechos concretos que suceden a nuestro alrededor, aplican una tendenciosidad incuestionable, generando opiniones, en lugar de aportar hechos para que seamos los propios ciudadanos los que podamos formar nuestros propios criterios. Robándonos ese derecho de forma velada, aportando en su lugar una comodidad mezquina que nos permite vivir sin hacer nuestros esfuerzos. Formar nuestra propia opinión es un derecho, y al mismo tiempo, una responsabilidad que hemos de asumir para vivir en una democracia real.


            Por último, en mis canciones también hablo de por qué sigo haciendo esto, porque música y por qué este tipo de música. Una disciplina artística en la que, lo reconozco, tampoco soy demasiado bueno, sólo hago lo que puedo y lo hago exactamente igual que hago los escritos, sólo con lo puesto, dejando en cada una de mis composiciones, las que sean, una parte de lo que soy.

            En fin, ahí os dejo el enlace para que podáis descargaros, si queréis, las canciones del disco, y también las portadas que he realizado. Hoy ya no hay soporte físico, pero bueno… Siempre nos queda la opción de grabar en nuestra memoria la imagen de cada disco que escuchamos.




Alberto Martínez Urueña 28-05-2018




PD: aquí tenéis el enlace:










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