viernes, 11 de mayo de 2018

La jaula


            Si algo de lo que te da una empresa, página web, o quien sea es gratis, ten claro que el producto con el que comercian eres tú.

            “Saber que una ardilla se muere delante de tu casa en este momento puede ser más relevante para tus intereses que el hecho de que la gente se muera en África”, Zuckerberg, fundador de Facebook.

            La publicidad es la fuerza que guía la manera en la que los algoritmos son construidos y ya existe un mercado de miles de millones de euros que se basa en la recolección de data personal a través de cookies y en su venta, en cuestión de microsegundos, al mejor postor.

            Sandy Parakilas, Director de Operaciones de Facebook ha decidido no solo renunciar a la compañía, sino al estilo de vida que promueve, uno en donde tu atención, ese bien cada vez menos atento, es disputado por un sinfín de notificaciones de likes, de vídeos recomendados que se reproducen automáticamente, y de alarmas indicándote que ya has caminado 10mil pasos o que tienes que tomar más agua.

            “Facebook es un problema para la salud pública y la democracia”, Chamath Palihapitiya, exvicepresidente de Facebook.

            “Los ciclos de retroalimentación a corto plazo impulsados ​​por la dopamina [se refiere a los likes e interacciones emocionales en Facebook] que hemos creado están destruyendo el funcionamiento de la sociedad […]. No hay discurso civil, no hay cooperación; hay desinformación, falsedad. Y no es un problema estadounidense, no se trata de anuncios rusos. Este es un problema global”, Chamath Palihapitiya, exvicepresidente de Facebook.

            “Los creadores de Facebook explotaron una vulnerabilidad de la psicología humana", Sean Parker, primer presidente de Facebook.

            “Estábamos en el interior. Sabemos lo que miden las empresas, sabemos cómo hablan, y sabemos cómo funciona la ingeniería […]. Los superordenadores más grandes del mundo están dentro de dos compañías, Google y Facebook, ¿y a donde los apuntamos? A los cerebros de las personas, a los niños”, Tristan Harris, ex especialista en ética de Google.

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            Estos comentarios son los que he ido leyendo en los últimos meses al respecto de las redes sociales, de Facebook, Instagram, Twitter, pero también con respecto a Google, Amazon y otras tecnológicas. Internet, que en un principio fue concebida como un lugar de libertad y de intercambio de información, se ha corrompido hasta el punto de convertirse en una jaula de barrotes invisibles de la que se empiezan a acuñar términos como el efecto burbuja de filtro. Esto significa que únicamente aparecen en tus buscadores, redes sociales y navegador principal aquellas noticias que “optimizan” tu satisfacción como consumidor, es decir, te dan aquello que te hace tu experiencia de internet más satisfactoria. Esto viene determinado por tu historial de búsqueda, pero no sólo por eso. Hoy en día Internet, con Facebook y Google a la cabeza, lo saben todo sobre ti y, gracias a los superordenadores con los que cuentan y los procesos de Big Data, personalizan tu experiencia. Te aíslan de todo lo que pueda resultarte desagradable. Optimizan tu experiencia. Y todo esto, además, gratis. Google no cuesta dinero. La cuenta de Facebook no cuesta dinero. Deberían encenderse todas las alarmas.

            Pero habrá quien diga que cuál es el problema. No en vano,  no deja de ser un modelo de negocio. Dejemos de lado el hecho fundamental de condicionarte hasta extremos insospechados para que gastes dinero en cosas que no necesitas para retroalimentar el círculo de la economía, círculo que hay quien ve como un engaño de las élites extractivas, y hay quien lo ve como simplemente un modo más de organizar la sociedad en la que vivimos. Cuestionémonos si el uso de estas tecnologías puede estar deteriorando a las personas en sí mismas.

            Las redes sociales provocan una conducta adictiva, al punto de que en imágenes del cerebro se observa un claro deterioro en las mismas zonas que afectan a los drogadictos. “En el cerebro disminuye la cantidad de materia blanca en las regiones donde se controlan las emociones de las personas, la toma de decisiones y la capacidad de concentración y atención”. Susan Greenfield, neurocientifica, rectora de la Universidad Heriot-Watt y con un currículum imposible de exponer en tan pocas líneas.

            “Cerca del 70% de los usuarios de Facebook visita el sitio a diario y cuando deja de hacerlo siente ansiedad”, estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bergen (Noruega).

            Ahora que cada cual saque sus propias conclusiones. Es cierto, y yo lo he defendido en esta columna, que las herramientas no son ni buenas ni malas, todo depende de cómo se usen. Sin embargo, la evidencia científica nos está golpeando con la evidencia de que, curiosamente, la inmensa mayoría de las personas perdemos la batalla cuando tenemos que decidir de qué manera usarlas. Y esto es consecuencia del diseño e implementación que han llevado a cabo sus creadores. Punto. Así es como funciona la economía, y cuando alguien me habla de ciudadanos (en realidad consumidores) libres, bien informados y responsables me echo a temblar porque la jaula de barrotes invisibles cumple con su cometido con una eficiencia endiablada.

 

Alberto Martínez Urueña 11-05-2018

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