Si algo de lo
que te da una empresa, página web, o quien sea es gratis, ten claro que el
producto con el que comercian eres tú.
“Saber que
una ardilla se muere delante de tu casa en este momento puede ser más relevante
para tus intereses que el hecho de que la gente se muera en África”, Zuckerberg,
fundador de Facebook.
La publicidad
es la fuerza que guía la manera en la que los algoritmos son construidos y ya
existe un mercado de miles de millones de euros que se basa en la recolección
de data personal a través de cookies y en su venta, en cuestión de
microsegundos, al mejor postor.
Sandy
Parakilas, Director de Operaciones de Facebook ha decidido no solo renunciar a
la compañía, sino al estilo de vida que promueve, uno en donde tu atención, ese
bien cada vez menos atento, es disputado por un sinfín de notificaciones de likes,
de vídeos recomendados que se reproducen automáticamente, y de alarmas
indicándote que ya has caminado 10mil pasos o que tienes que tomar más agua.
“Facebook es
un problema para la salud pública y la democracia”, Chamath Palihapitiya,
exvicepresidente de Facebook.
“Los ciclos
de retroalimentación a corto plazo impulsados por la dopamina [se refiere a
los likes e interacciones emocionales en Facebook] que hemos creado están
destruyendo el funcionamiento de la sociedad […]. No hay discurso civil, no hay
cooperación; hay desinformación, falsedad. Y no es un problema estadounidense,
no se trata de anuncios rusos. Este es un problema global”, Chamath
Palihapitiya, exvicepresidente de Facebook.
“Los
creadores de Facebook explotaron una vulnerabilidad de la psicología
humana", Sean Parker, primer presidente de Facebook.
“Estábamos en
el interior. Sabemos lo que miden las empresas, sabemos cómo hablan, y sabemos
cómo funciona la ingeniería […]. Los superordenadores más grandes del mundo
están dentro de dos compañías, Google y Facebook, ¿y a donde los apuntamos? A
los cerebros de las personas, a los niños”, Tristan Harris, ex especialista en
ética de Google.
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Estos
comentarios son los que he ido leyendo en los últimos meses al respecto de las
redes sociales, de Facebook, Instagram, Twitter, pero también con respecto a
Google, Amazon y otras tecnológicas. Internet, que en un principio fue
concebida como un lugar de libertad y de intercambio de información, se ha
corrompido hasta el punto de convertirse en una jaula de barrotes invisibles de
la que se empiezan a acuñar términos como el efecto burbuja de filtro. Esto
significa que únicamente aparecen en tus buscadores, redes sociales y navegador
principal aquellas noticias que “optimizan” tu satisfacción como consumidor, es
decir, te dan aquello que te hace tu experiencia de internet más satisfactoria.
Esto viene determinado por tu historial de búsqueda, pero no sólo por eso. Hoy
en día Internet, con Facebook y Google a la cabeza, lo saben todo sobre ti y,
gracias a los superordenadores con los que cuentan y los procesos de Big Data,
personalizan tu experiencia. Te aíslan de todo lo que pueda resultarte
desagradable. Optimizan tu experiencia. Y todo esto, además, gratis. Google no
cuesta dinero. La cuenta de Facebook no cuesta dinero. Deberían encenderse
todas las alarmas.
Pero habrá
quien diga que cuál es el problema. No en vano, no deja de ser un modelo de negocio. Dejemos
de lado el hecho fundamental de condicionarte hasta extremos insospechados para
que gastes dinero en cosas que no necesitas para retroalimentar el círculo de
la economía, círculo que hay quien ve como un engaño de las élites extractivas,
y hay quien lo ve como simplemente un modo más de organizar la sociedad en la
que vivimos. Cuestionémonos si el uso de estas tecnologías puede estar
deteriorando a las personas en sí mismas.
Las redes
sociales provocan una conducta adictiva, al punto de que en imágenes del
cerebro se observa un claro deterioro en las mismas zonas que afectan a los
drogadictos. “En el cerebro disminuye la cantidad de materia blanca en las
regiones donde se controlan las emociones de las personas, la toma de
decisiones y la capacidad de concentración y atención”. Susan Greenfield, neurocientifica,
rectora de la Universidad Heriot-Watt y con un currículum imposible de exponer
en tan pocas líneas.
“Cerca del
70% de los usuarios de Facebook visita el sitio a diario y cuando deja de
hacerlo siente ansiedad”, estudio realizado por investigadores de la
Universidad de Bergen (Noruega).
Ahora que
cada cual saque sus propias conclusiones. Es cierto, y yo lo he defendido en
esta columna, que las herramientas no son ni buenas ni malas, todo depende de
cómo se usen. Sin embargo, la evidencia científica nos está golpeando con la
evidencia de que, curiosamente, la inmensa mayoría de las personas perdemos la
batalla cuando tenemos que decidir de qué manera usarlas. Y esto es
consecuencia del diseño e implementación que han llevado a cabo sus creadores.
Punto. Así es como funciona la economía, y cuando alguien me habla de ciudadanos
(en realidad consumidores) libres, bien informados y responsables me echo a
temblar porque la jaula de barrotes invisibles cumple con su cometido con una
eficiencia endiablada.
Alberto Martínez Urueña
11-05-2018
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