martes, 16 de mayo de 2017

Peleas de gallos


            Supongo que la gran mayoría de los presentes os habréis enterado de que ayer por la mañana hubo un debate en la sede de los sociatas en el que se pretendía que los candidatos a la Secretaria General del partido expusieran sus méritos para hacerse con el cargo. A saber, tres en contienda, Pedro, Susana y Pachi –no escribiré nunca con tx, lo siento–, cada uno con su propia visión. O al menos, eso dijeron.

            Saco el tema a colación, pero he de dejar clara mi postura inicial: no quiero caer en el maniqueísmo de los grandes medios de comunicación, ni tampoco en su obsesión enfermiza por dirigir las corrientes de pensamiento. De  hecho, lo que verdaderamente me interesa es esa faceta, que es de la que pretendo hablar.

            Hoy en día todo parece encaminado a la simplificación y al enfrentamiento. A la dualidad de los dos extremos, pero sin pretender sacar alguna síntesis del tema de que se trate. Es más rentable ver la realidad como si se tratase de una película de superhéroes y supervillanos en la que una de las dos facciones ha de prevalecer después de una heroica lucha a muerte. Una lucha muerte cuyo resultado significará la desaparición del contrario y que permitirá al bando superviviente escribir la historia a su gusto, con los tintes correspondientes. A nadie le interesará, como sucede en esas películas que llenan las salas de cine, los millones de personas que habrán fallecido entre los restos de las ciudades arrasadas. A nadie le interesará los resultados de tan desastrosa gestión de uno de los que deberían haber sido los pilares auténticos de nuestra sociedad, el partido socialista, hoy devenido en un Mister Hyde siempre sospechoso de algo. A nadie le interesará los cadáveres que el exitoso líder haya dejado en la cuneta, siempre y cuando conduzca al partido hacia la victoria. En caso de que esto no sea así, correrá el riesgo de engrosar esa fosa común de los desahuciados políticos.

            Como es mi columna, en todo caso, sí que os daré mi opinión al respecto, pero dejando suficientemente claro que no pretendo condicionar a nadie. En realidad, después de haberles escuchando ayer, ladrando como perros callejeros, todo lo que no sea Pachi de Secretario General será un auténtico fracaso para el socialismo, incluso aunque luego ganasen las elecciones. Y argumentaré mi posición. El discurso de los otros dos deja claro que son dos personas carentes de muchas de las virtudes que, a mi modo de ver, ha de tener un líder. Sí que tienen una que, hoy en día, en el mundo en el que vivimos, es ampliamente valorada: quieren ganar a toda costa, sea cual sea el precio, sin mirar a quien se llevan por delante y eso, para llegar a presidente del Gobierno, se ve que es muy importante. Luego, sabrán rodearse de personas adecuadas que sepan cómo hacer desaparecer –metafóricamente hablando, supongo– el cuerpo de los caídos, y todas las pruebas. Por ejemplo, grandes asesores en campañas de imagen y generosas campañas publicitarias en medios de comunicación afines, o no tanto, pero que cobren.

            Del resto de virtudes, ni se las ve ni se las espera. Capacidad constructiva, renuncia a los rencores, esa sapiencia para al menos ocultar lo mucho que les gusta “ganar” –sin que nadie sepa que es lo que pretenden ganar–, y la más importante de todas: no convertir una herramienta útil como es el debate público en una especie de corralillo, patio de colegio o mercado de abastos. Sólo faltaron los gritos para hacerle la competencia al Deluxxxe. No es coña, y lo sabéis.

            Por eso, cuando veo los medios de comunicación –hasta aquí quería yo llegar– jaleando a los gallos, llego a la conclusión de que no son esa parte objetiva destinada a dar toda la información posible para que los ciudadanos bien informados –daos cuenta de la importancia que le doy a la información– puedan formarse su propia opinión de lo sucedido. En lugar de eso, convierten un debate en una ración de píldoras bien sintetizadas para que sean fáciles de tragar y que tengan el efecto deseado. Deseado por ellos, claro. Y sin prospecto, por supuesto, en el señalen todas las contraindicaciones y efectos perversos que devienen de la ingesta. Como por ejemplo, no señalar que tanto Pedro como Susana lo único que hicieron fue convertir un ejercicio de sana democracia en una pelea de niñatos en donde el único objetivo era derrocar al otro, dando un ejemplo bochornoso –¡qué raro que un político logre eso!– de cómo no se ha de comportar alguien que aspira a liderar una sociedad que pretende ser avanzada. Sólo por las formas, pero también por el contenido, si de mí dependiera, habrían logrado que nadie entrase a valorar el fondo de su discurso, y les habría descalificado sin perder ni un par de minutos. Me bastaría con el argumento de que perdiéndonos en lo menos, asesinamos lo más, y no está el pueblo español, ni mucho menos el votante de centro-izquierda, para estos esperpentos de suicidio en horario de máxima audiencia.

            Ojo, aquí no va a pasar lo de la pasokización, ni lo de Francia, ni nada parecido. Si el PP tiene a sus fieles y abnegados votantes con la papeleta preparada en la recamara a pesar de robarnos –robarles también a ellos– a manos llenas, los sociatas también tienen a una pléyade de fieles sumisos dispuestos a perdonarles lo que sea con tal de que no ganen los otros, aunque ya no se sepa quiénes son éstos. No me tendrán con ellos, porque la plebe –entendida ésta en la peor connotación que encontréis de la palabra– quiere sangre y ellos, todos los involucrados, se la dan a manos llenas para seguir amorrados al grifo. Y con esto, advierto para los bocazas, no estoy diciendo que sea de Pachi, igual que no soy de Podemos.

 

Alberto Martínez Urueña 16-05-2017

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