martes, 21 de febrero de 2017

La troika relevante


            Según como haya sido la noche que he pasado me levanto con más o menos ganas de bronca. En ese sentido, sé que me parezco al común de los mortales, y los días buenos compensan a los malos para evitar que la mala baba se nos salga por la comisura de los labios. Por eso hoy, que he podido dormir más o menos del tirón –los bienafortunados padres sabéis que estas cuestiones se cotizan al alza desde el parto– me he puesto reivindicativo pero más en plan concilia que en plan Terminator. Sólo quiero, hoy que estoy de buen rollo, exponer en un texto los que yo creo que son los retos más importantes para sociedad española, más allá de las aclamaciones mesiánicas a las que hemos asistido este fin de semana. Resulta curioso cómo se pueden llegar a parecer los extremos en nuestro país, los extremos políticos y los extremos mediáticos, por cierto. Que cada cual me lea en la ideología que quiera, que ya me he cansado de afirmar que no milito en ningún partido político.

            Tocando varios palos, no voy a poder profundizar en ninguno de ellos, pero esto es así. Para profundidades, podéis investigar un poquito vosotros, y además, ya hablaré largo y tendido sobre alguno de los siguientes temas. El primero de todos lo escuchaba uno de estos días en la radio, según conducía de camino a la oficina, y versaba sobre el porcentaje de gente que, aun teniendo trabajo en este país del milagro económico –algún día habría que explicarles a esos bocazas de la caverna un poquito de economía, y decirles que crecer más que la media cuando también eres el que más cae cuando toca caer no es bueno–, no es capaz no ya de llegar a fin de mes, sino de pagarse un alquiler y comer todos los días. “Serán unos poquitos”, dirán algunos, con esa sonrisa que se os pone cuando Alberto empieza con sus cosas de rojeras. “El dinero, para el que lo produce”, dirán otros. Para los unos y para los otros les diré que sólo la humanidad de quienes se niegan a aceptar esos postulados impedirá que la soledad y el abandono les alcancen en su huida, aunque sólo sea cuando llegue la vejez y la enfermedad. Por suerte, no todo es dinero en esta vida. Como suelo afirmar, la sociedad exitosa se mide en función de las personas que somos capaces de salvar de la cuneta del desarrollo. El PIB sólo es una cifra sujeta a demasiadas interpretaciones.

            Otro de los aspectos que deberíamos tener en cuenta es lo de la energía. No porque no lo haya mencionado ya antes, sino porque en los últimos tiempos está empezando a rayar la sinvergonzonería más vejatoria. Los comentarios de Mariano el iluminado hablando de la lluvia, de la sequía y –de manera indirecta– de su ineptitud es para incluirlo en uno de esos resúmenes de Humor Amarillo, a toda velocidad, con mucha gente riéndose a su alrededor. Ya sabemos que tienen el sector eléctrico metido en sus bolsillos –bueno, en realidad es una relación simbiótica y bastante enfermiza, en plan endogámica, como los Austrias–, pero además, cuando se justifican de una manera tan pobre, más que en un Gobierno piensas en otras instituciones para enfermos mentales.

            Y por elegir un podio de problemas de los serios a los que, por cierto, sólo algunos medios de comunicación hacen referencia mientras se dedican a escribir loas y alabanzas a más gloria del plenipotenciario e indiscutido líder de líderes, hablaré de la justicia, porque después de otras declaraciones de nuestro querido Mariano, el tema no tiene un pase. Claro, les tienen acogotaditos en los tribunales, a pesar de que sus casi ocho millones de votantes miren para otro lado cuando meten la mano en la caja. Decía nuestro bienamado líder que espera que la justicia vaya rapidito con esos casos superfluos e irrelevantes –como lo de los hilillos– que se han pasado casi diez años para instruir una causa y que entre todos tenemos que agilizar estas cosas. Casi me salgo de la carretera, claro, acompañado todo por una irreverente exclamación que no reproduciré aquí por lo de la mordaza, aunque reflejaba perfectamente mi opinión sobre el comentario y sobre el comentante. Mis apreciaciones se podrían resumir en que la tarea de aportar medios materiales y humanos a la administración de Justicia del país no es responsabilidad de todos, es del Gobierno en primera instancia, y su gestión, del Consejo General del Poder Judicial, órgano de gobierno de los jueces cuyos miembros, aunque no os lo creáis, también les nombran los populistas del PPSOE. Mi argumento –al que no tenéis acceso literal por lo de la mordaza– seguía diciendo que si la Justicia funciona lenta y con los mismos medios que dejó el siglo XIX no es por culpa de todos, sino sólo por los que han hecho y deshecho a sus anchas durante los últimos casi cuarenta años de una democracia que se han encargado de fabricar a su gusto. Como la Justicia.

            Ojo, digo esto a sabiendas de que el bienestar material y el modo de vida que hemos alcanzado es el mejor de la Historia. Sin embargo, precisamente por eso, no quiero que se convierta en una planta adormidera, como lo fueron otras anteriormente, que impida que el progreso social de nuestro país se quede estancado, pudriendo poco a poco las bases que sustentan la estructura básica de nuestra convivencia. Cosa que, por otro lado, y gracias a determinados agentes altamente corrosivos, ya está sucediendo.

 

Alberto Martínez Urueña 21-02-2017

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