Quiero hacer unos comentarios, porque ciertas cosas han de ser desmontadas. Me propongo hablar de economía, pero de una economía que sea sencilla, más allá de los teoremas y de las ecuaciones que tanto nos gustan a los amiguetes del gremio. Y es que hay clichés, medias verdades, o directamente mentiras de mierda que determinada gente quiere seguir sosteniendo para justificarse. Con el tema de las elecciones los votantes del PP han necesitado hacer auténticos equilibrismos mentales para justificar una querencia, no una lógica. Ahora, celebrándose el juicio de la Gürtel, como llevamos varios años con el tema, parece que ya estamos insensibilizados. Algunos.
La primera de las tácticas, al margen de la económica, también tengo que mencionarla, y es demostrar que, a pesar de todo, el PP es el mal menor. Pero la demostración consiste en ridiculizar al contrario, no en dar cifras o argumentos, riéndose del de la coleta o del guapete, apelando a la irresponsabilidad de no permitir un gobierno corrupto y corruptor… Matar de noche y con nocturnidad a la oposición, y además, ridiculizar a quienes les votan por votarles. Que sepan que esta táctica de ridiculizar al contrario sólo define a quien la usa. Y es populista, por cierto.
Pero vamos al tema económico. Dicen que son buenos gestores, y aquí voy a indicar un par de cuestiones básicas. Llegue a pensar que el PP de Josemari había sido un gobierno incapaz de ver la realidad de la burbuja inmobiliaria. Que en sus planes de desarrollo económico del año 2000 figurase potenciar al sector de la construcción podría ser una miopía cortoplacista para generar buenas cifras de empleo y no atajar de raíz aquella burbuja podía ser simple incompetencia o falta de valor por parte de un tal Rodrigo Rato, ministro de economía, que, como buen gestor, negaba la existencia de la burbuja. Sin embargo, escuchando las declaraciones de Francisco Correa durante el juicio –el que no quiera oírlas, o haga oídos sordos, puedo sospechar que es porque no le interesa ver la realidad y seguir con su interesada ceguera– veo que no es una cuestión de incompetencia. Es una cuestión de engrasar una bien pensada maquinaria de corrupción y delincuencia con la que incrementaron sus gastos personales y de partido.
Esa es la “buena” gestión. Adjudicar contratos a empresas de la trama incluso en baja temeraria para que, durante la ejecución, la desviación de la obra provoque incrementos de la obra de un 100%, por poner un ejemplo. En ese incremento estaba la comisión de Bárcenas, la de Correa, la de Sepulveda, y además, la financiación de las campañas electorales del PP, con más luces, más potencia sonora, más espectáculo… y más estudios de cómo llegar a los potenciales votantes indecisos. Eso, señores míos, con dinero público. Las Administraciones Públicas controladas pagan sobrecostes a esos contratos con tu dinero, y con el mío, obras públicas, por cierto, que podrían haberse realizado mejor, con más calidad, a un menor coste. O lo que es peor, obras públicas innecesarias y ridículas que, además del coste de ejecución, suponen un enorme coste de mantenimiento. Pero claro, las ciudades están más bonitas. Y esto me entronca con la segunda parte del razonamiento.
Las ciudades están más bonitas, las carreteras innecesarias, como las radiales madrileñas nos ponen en la óptica internacional, los hospitales, las infraestructuras… Visión cortoplacista. Los ingresos cayeron gracias a la burbuja inmobiliaria –ya he argumentado que la provocaron ellos por sus propios intereses– y ahora toca mantener algo que no podemos mantener con menoscabo de otras cuestiones importantes. No sólo eso, sino que ha provocado que la deuda pública se incremente hasta más allá del 100% del PIB, y esto, amigos votantes del PP, no es una buena gestión económica. Sobre todo, teniendo en cuenta que todos los artículos que he leído sobre la materia, y cuya opinión comparto, incluidos los neoliberales –adjetivo de que presume el PP, y del que, noticia para los sorprendidos, no tiene absolutamente nada–, indican que de reformas estructurales, nada. Que las reformillas que han hecho no sirven para gran cosa, salvo precarizar el sistema laboral, y que si hablamos del sistema fiscal –hablábamos de gestión económica, y esto tiene que ver con los ingresos– sigue hecho un completo desastre. Como siempre.
Antes de empecéis a responder, os diré que ya sé que el PSOE no lo hizo mejor. Que el coletas es un rojo recalcitrante de discurso complicado de tragar. Que Ribera es un pan sin sal que cambia de opinión más rápido que de camisa, a pesar de que tiene a Luis Garicano, gran economista aunque no comparta sus tesis, y además paisano mío. Pero hay una cuestión insoslayable: el PP es presuntamente un partido corrupto y delincuente, y todas las escusas que se ponen para seguir votándoles, lo de la seriedad, la buena gestión, la fiabilidad… Todo eso es mentira. Ahora, simplemente, justificaos con la mejor de todas y punto: voto lo que me sale de los cojones porque son de los míos, porque me caen bien y me hacen gracia, porque me gusta Soraya y Mariano es un tipo con gracia. Pero no me justifiquéis lo que no se sostiene. El problema de este país siempre ha sido el pan para hoy y hambre para mañana, y si no nos hemos muerto de inanición, ha sido gracias a que, tanto los votantes de derechas como los de izquierdas, formamos un gran país, a pesar de sus dirigentes. Sólo nos falta echar a esta gente.
Alberto Martínez Urueña 14-10-2016
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