Hoy me
planteo hacer cuentas, porque de vez en cuando es necesario, para saber cómo
llevas la cartera. O la cabeza. Las últimas elecciones, ese deporte de riesgo
que se ha puesto de moda en España, fueron el veintiséis de junio. Han pasado
dos meses enteros, con las vacaciones de la playa entremedias que no nos han
servido para desconectar de tanta morralla. Hemos visto a nuestro presidente
caminando a buen ritmo por los campos de dios, con esa calma y esa resistencia
al paso del tiempo que le hace sospechoso de haber encontrado la fuente de la
eterna juventud. Pablete desaparecido en combate, y la casa como el camarote de
los hermanos Marx. Albertillo bailando la samba, literalmente, cadera pallá,
cadera pacá, “si me das, yo también te doy”… Dos meses largos para una fecha de
investidura. Sin pestañear.
Eso sí, ahora
ya han fijado ese pase de modelos para el día treinta del presente mes. La
fiesta nacional, lo de las verduleras del mercado, pero con el mercado de
madera y apariencia respetable. Y sus olores. Recordemos los contendientes: el PP
con 137; el PSOE con 85, los de Unidos Podemos con 71, los de Ciudadanos con
32, ERC con 9, lo de los catalanes que ya no sé lo que son 8, PNV 5, EHBildu 2,
Coalición Canaria con 1. Después de las primeras elecciones resonaron fuerte
los alaridos contra el PSOE por si acaso vendía España pactando con los
nacionalistas. Luego en estas segundas nupcias, Ana Pastor está de Presidenta
del Congreso. Gracias esos votos. No lo pillo, malas cuentas. Pero para formar
gobierno no son suficientes, huelen a cerrado. Serían 137, más 32, más esos 8, igual
a 177. De su misma cuerda todos, para evitar líos de cama. Podrían incluso
hablar con el PNV también, y con los canarios, gente sería, formal, de traje y
corbata y con las suficientes hechuras conservadoras como para orientarse en la
dirección correcta. Por cierto, y ahí lo dejo, que con esas cuentas, lo de que
España es de izquierdas quizá no sea tan cierto como a mí me gustaría.
¡PERO NO! Lo
que sirvió para conseguir la presidencia del Congreso no vale para lograr la
presidencia del Gobierno. Para esto último es necesaria la participación del
PSOE en la investidura. Tienen que abstenerse, como poco. Si no, Pedro Sánchez
será el único culpable. Ni siquiera el PSOE, sino Pedrito el irresponsable. Antes,
el bipartidismo era bueno, ayudaba a dar estabilidad a la esfera política
española en una alternancia al parecer muy sana y muy provechosa. Ahora es
mejor venderla, junto con las convicciones. Sin negociar, a lo duro y sin
vaselina que suavice. Ellos son los más votados y se lo merecen. Los demás, que
pongan la cama y punto. Se olvidan, por supuesto, de que en un sistema
parlamentario –bendito presidencialista, con sus segundas vueltas–, son los
diputados y sus negociaciones en la cámara legislativa los que deciden quién
gobierna y quién no. No somos los electores, del mismo modo que los electores
no escogemos a los miembros del Consejo General del Poder Judicial.
A ver si me
aclaro, porque me estoy volviendo un poco loco. Resulta que la fecha de las
posibles terceras elecciones viene determinada por la fecha de la primera
votación para investir presidente. Y esa fecha la marca el perro de paja de la
presidencia del Congreso, es decir, el presidente del partido, es decir,
Mariano. Y si vamos a las terceras elecciones en un año, el responsable es
otro. Se ve que estoy haciendo alguna suma mal, porque lo que es el resultado,
me sale inequívoco.
Seamos
serios, por favor. Tanto si vamos a terceras elecciones, como si vamos terceras
elecciones el día de Navidad no puede ser culpa del PSOE. O al menos no sólo
del PSOE. No sólo de Pedro. Sería culpa de quien no ha sabido negociar, y en
eso están implicadas todas las partes y su cencerrismo. Ya lo del tema de dejar
las terceras elecciones para el día de Navidad parece de chiste. De los buenos.
Y por cierto,
viendo como me salen las cuentas, no me cabe la duda de que necesitamos un
gobierno, y que el mejor situado para ello es Mariano. Pero las tácticas
negociadoras son más propias de la extorsión napolitana que de un verdadero
demócrata. No insinúo que Mariano sea un delincuente, ni que haya infringido la
ley. Sólo hago una afortunada metáfora. Tantos paralelismos que hacen con los
gastos nacionales y los domésticos, eso de que no puedes gastar más de lo que
ingresas… Yo, en mi casa, cuando tengo que negociar algo, llego a acuerdos,
cedemos unos cedemos otros, nos cuadramos, conciliamos. Y de eso no he visto
nada de nada en estos meses.
Lo que sí que
he visto, como siempre, son facciones, enfrentamientos, cinismo, sarcasmo,
insultos velados, utilización de la dialéctica para encender los ánimos del
respetable, amenazas, prepotencia, autocomplacencia, supuesta superioridad
moral, creación de bandos y agresividad. Mucha agresividad. Facebook y Twitter
arden, como ardieron los bandos municipales, como ardió París y como arderán
otros muchos. España, sus políticos, pero también sus ciudadanos, fieles todos
ellos a su tradición, demuestran una vez más a lo largo de esta vergonzosa historia,
la incapacidad innata de sentarse y caminar juntos por una senda que permita
construir algo de lo que todos estemos orgullosos. No me gusta un gobierno de
derechas, es cierto, pero llevo mucho peor lo de las ideologías que se olvidan
de que hay otras a su lado a las que respetar y con las que entenderse, no a
las que silenciar por cualquier medio. A las que aplastar. Y por desgracia, de
eso vivimos desde hace siglos, antes en los castillos y los feudos, ahora en La
Moncloa, y también en las calles.
Alberto Martínez Urueña
19-08-2016
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