Pues
estaba apunto de ponerme a sacar razones de por qué no hay un solo partido
político quiera estar a favor de nuestro bien amado líder Mariano. Por qué no
consigue que nadie le apoye y le toca jugar solo, en el patio, con una
abstención de dudosa moralidad como la de Ciudadanos, mientras que el resto le
espera en las votaciones, con la piedra preparada en la diestra. Al final
alguno se va a hacer daño…
Antes
de lanzarme por esos derroteros, quería focalizar mi atención sobre los hitos
relevantes que deberían acompañarnos en esta andadura de trescientos sesenta y
seis días que tendrá el presente año. Estos hitos vienen determinados por los
principales problemas que nos acompañan y que van demostrando la magnitud del
reto que suponen.
En
primer lugar, como no podía ser de otro modo, hablemos de economía. En estos
primeros días del año es normal que esos individuos siniestros y oscuros de
Intermón Oxfam saquen su informe anual. Este año le han titulado “Una economía
al servicio del 1%”. Muy representativo. En un primer momento, he pensado que
se divierten cabreando al personal; a unos, porque les pone a escurrir por su
avaricia; a otros, porque el nivel de frustración ante una situación que no
sabemos cómo manejar nos está alcanzando cotas críticas. Después he pensado que
quizá el informe no está hecho pensando en ninguno de nosotros –maldito ego– y
que lo han escrito más bien pensando en las víctimas que tan crudamente
retratan. En todo caso, esto se imbrica con uno de los debates más encendidos
en la historia de la Teoría Económica desde un punto de vista académico, como
lo ha sido el estudio sobre desigualdad que publicó Piketty hace algo más de un
año. Sin entrar en detalles innecesarios, con su metodología pretende demostrar
como la desigualdad, más allá de que pueda parecer más o menos justa, es un
factor que provoca inestabilidad económica y social. Es innegable que, debido a
la crisis, la tensión entre desigualdad, crecimiento económico y justicia
social es un hito que debe encontrar un punto de equilibrio estable. Este es un
tema tan extenso y controvertido que ni las mentes más brillantes son capaces
de encontrar una respuesta unívoca, por mucho que las corrientes políticas
neoliberales europeas pretendan vender una verdad absoluta y una solución de
austeridad ineludible. La auténtica realidad es que la sociedad, mirada desde
la escala que se quiera –ciudades, países, regiones del mundo–, está siendo
incapaz de no ir arrojando fuera de las fronteras de ese supuesto paraíso
llamado progreso económico.
Otro
de los hitos que se están poniendo de manifiesto cada vez con más premura es
todo lo relativo al modelo energético, que a su vez devienen en varios y
enconados debates. El primero de todos es el cambio climático. A este respecto
se debate en ciertos círculos si realmente está sucediendo o es sólo un invento
interesado de una parte de los poderes fácticos que quieren hacer negocio con
las tecnologías que pretenden evitarlo. Además, en el caso de que se admita que
tal cambio se está produciendo, también se plantea la cuestión de si es un
cambio provocado por la acción del hombre o son variaciones propias del sistema
climático planetario. Por supuesto, también habría que tener en cuenta dos
variables más en el tema del modelo energético: la incidencia de la
contaminación sobre la salud del ser humano, sobre la sostenibilidad y
viabilidad de medioambientes y especies animales y también, desde un punto de
vista económico, la posibilidad de eliminar de un plumazo la dependencia de
nuestras estructuras de costes de la influencia de los países productores de
petróleo, como lo que eso conllevaría. ¿Os imagináis un Oriente Próximo por el
que las grandes potencias mundiales y su geoestrategia perdieran su interés? Es
probable que nos ahorrásemos en guerras, aunque es probable que a los grandes
lobbys armamentísticos estadounidenses esta idea no les haga mucha gracia.
Dejó
ahí estas dos ideas, sabiendo que otras quedan en el tintero. No por falta de
importancia, sino porque las grandes tragedias actuales no se publicitan en
prensa, o al menos, no con la urgencia que deberían, y las soluciones que
requieren no se planifican en un folio. Hoy hablamos de la guerra de Siria, y
mañana hablaremos de otras cuestiones. Sin embargo, la humanidad se encuentra
frente a grandes cambios que se van a producir en los próximos años, y que son
inevitables. Esto genera una incertidumbre propia de los grandes cambios de
era, como lo pudo ser la Revolución Industrial o la invención de la rueda.
Estoy hablando de la Revolución Digital. Parecerá una tontería, pero de momento
estamos sumidos en ella, se está produciendo ahora mismo, y todavía no somos
conscientes de su alcance. Pero va a cambiar por completo la forma en la que se
ve el mundo, del mismo modo que lo consiguió la electricidad o la máquina de
vapor. Y por extraño que parezca, eso no hace sino traer esperanza a éste que
os escribe, porque todas esas revoluciones, a pesar de lo traumático que puede
ser el cambio, consiguieron hacer de la humanidad un conjunto más compacto y
cercano.
Alberto Martínez
Urueña 21-01-2016
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