Supongo
que es inevitable que al final salte a la arena del circo y combata contra
leones, tigres y hienas. Son elecciones generales, y creo que es obligación
ciudadana, y obligación personal dejar claras las opiniones al respecto. No ya
el ponerlas negro sobre blanco en un papel, eso ya es cosa mía, ni mucho menos
explicitárselas al resto. Aquí, al que le gusta hacer exhibiciones de mal gusto
es al que os escribe. Vosotros conservad en la medida de lo posible la
compostura.
Entrando
en el meollo, y después de haber oído las propuestas, analizado las tendencias
y valorado los discursos, os diré que tengo una cierta quemazón en el alma. Una
vez más queda demostrado que en el imaginario colectivo español las opciones de
izquierda serán las principales, pero el sistema electoral de proporcionalidad
corregida por circunscripciones electorales provinciales hará que el PP sea la
principal fuerza en las Cortes Generales. Eso, unido a la incapacidad de las
fuerzas de izquierdas –quizá por egolatría, quizá por falta de pragmatismo– para
formar coaliciones que defiendan unas ideas básicas comunes a todos ellos hará
que dentro del arco parlamentario queden disgregadas y por tanto más débiles en
sus posibilidades.
¿Qué
queréis que os diga? Mis posturas políticas las conocéis sobremanera, las he
dejado claras por activa y por pasiva en este blog, y más allá de las personas
que puedan estar detrás de las ideas, dentro de éstas están las que me parecen
inhumanas, están las aceptables aunque no las comparta y están las que me
convencen. Más allá de las personas y de las ideas, están los hechos puros y
duros, fehacientes, esos que están más allá de las divisiones entre españoles.
Porque no os olvidéis de una cosa: por mucho que los partidos políticos os los
quieran hacer creer, hay muchas más cosas que nos unen a las que nos separan,
pero eso no da votos. No en vano, los partidos lo que hacen es vender un
producto, encontrar su nicho de mercado, y para eso, en un sector como es el
electoral, está ampliamente contrastado que la estrategia de ventas que mejor
funciona es la diferenciación de tu producto frente al resto.
La
estrategia de votar al menos malo no es la peor, aunque tampoco me convence.
Evidentemente, es peor votar por costumbre, por inercia o por tradición. Es
peor votar sin buscar antes información que sea relevante y caer en las artes
de charlatán que tanto usan.
Tampoco
es bueno votar por miedo, y esta es la estrategia más usada, y en la que cae
más gente. Esas pretensiones elaboradas por determinadas facciones de que no
defender las reglas del libre mercado aboca a un país hacia su destrucción
esconden una perversión evidente. Me explico. Las reglas básicas de cualquier dialéctica
suponen dos o más posiciones encontradas pero inseparables, y que requieren de
una síntesis para poder seguir hacia delante y no colapsar. La posición del
mercado es harto conocida, y esa sería una de las patas de tal dialéctica.
¿Cuál es la otra? Sin la contraparte, el sentido de la dialéctica se rompe, se
impide el avance y se pervierte el sistema. ¿Quién ha de defender la posición
del mercado? ¿Quién defiende la posición de la contraparte? Cada uno ha de
realizar un ejercicio de interiorización de sus propios intereses y averiguar
cuáles son estos. Sólo entonces, y liberado del miedo al hombre del saco, puede
votar de acuerdo a sus propias ideas. La construcción de cualquier sistema,
incluido el social, se basa en esto, y no en la imposición dictatorial de una
de las premisas.
Dentro
de mi proceso de selección el primer descarte se basa en los hechos
contrastados. En eso que llaman voto de castigo. Tengo muy claro que no voy a
votar a Mariano, pero más allá de por la ideología de su partido, que no
comparto, por la absoluta desvergüenza con la que se ha movido estos años,
encadenando escándalos de corrupción que, incluso admitiendo que no sea una
cuestión estructural de su partido sino sólo unos versos sueltos, únicamente
conocían a través de los medios de comunicación. Esto, siendo amables, implica
una incapacidad de control dentro de su seno, además de una incompetencia
insoslayable, que les inhabilita para cualquier cargo.
También
tengo claro que no voy a votar al Partido Socialista. Fueron incapaces de
adoptar las medidas necesarias para evitar en la medida de lo posible el
desastre de la burbuja inmobiliaria, las medidas una vez iniciada a la crisis
fueron más encaminadas a salvar sus muebles que a paliar toda que la que se nos
venía encima y, además, en Mayo de 2010 traicionaron a sus votantes. Igual que
después hizo Mariano, mintiendo con el mayor de los descaros durante la campaña
electoral. Todas las medidas que ha adoptado el PSOE tanto en el gobierno como
después, dentro de su partido, han sido timoratas y sin profundidad real, y no
han servido para convencerme. Además, la labor de oposición que han hecho
durante estos años ha sido bastante flojita, sobre todo teniendo en cuenta que
se lo estaban poniendo en bandeja. La responsabilidad de Estado, una frase
estupenda pero etérea, no es capaz de ocultar el drama que sufren algunas
familias, drama con el que no valen ni remilgados soltando eufemismos ni tampoco
diplomacias.
Alberto Martínez
Urueña 16-12-2015
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