Cuando
Mariano empezó a coquetear con la idea de ser el primer presidente en aprobar
cinco presupuestos generales en una legislatura de cuatro años a más de uno se
le erizaron los pelos del lomo y se le pusieron enhiestas las orejas. A mí
mismo, reconozco, empezó a gotearme el colmillo, y me senté entre las hierbas,
oculto, esperando el mejor momento para atacar a la yugular como corresponde.
Es más, cuando con motivo de la aprobación de las cuentas para el año dos mil dieciséis,
empezaron a soltar confeti y café para todos, solté una carcajada malévola y me
afilé las garras. Mariano, el adalid de la fiabilidad y del país serio, porque
ser serio es lo correcto, demostraba una vez más que de casta le viene al galgo,
y que un político será político a las crudas y a las maduras.
Resulta que
le han empezado a crecer los enanos. No es la primera vez que le pasa, y dentro
de poco habrá comunicados desde la Unión Europea –ya han empezado, de hecho–
desmintiendo la falta de confianza que tienen en el Ejecutivo de nuestro
querido presidente. No en vano, se ha prodigado tantas veces en bajada de
pantacas, que ahora le van a premiar nuevamente con no ser demasiado duros con
lo del incumplimiento del déficit. Ojo, esto es personal e intransferible: si
España no cumple con el déficit del año dos mil quince –no lo va a hacer, eso
ya os lo firmo en Octubre– y no es Mariano nuestro dirigente supremo, se nos va
a caer los palos del sombrajo con la que nos va a llover desde Europa. Y si no,
tiempo al tiempo.
Pero lo que
nos dicen ahora desde Europa es que los Presupuestos Generales del Estado, es
decir, la ley económica más importante del año de la que dependen todas las
medidas que va a poder acometer en Gobierno de España a lo largo de toda una
anualidad presupuestaria, no son creíbles. Personalmente, pienso que cuando los
señores trajeados de la Comisión Europea empezando a escuchar que en España
habría elecciones en breve y que las cosas estaban tan justas como dicen las
encuestas, les empezaron a temblar tanto las rodillas que se les cayeron los
calzoncillos al suelo. El país de la recoña y el regalo, fijo que pensaron. El país
de las promesas electorales, de las prebendas y los diezmos, y del recochineo
institucional cada cuatro años. El país de los bufones burocráticos, pero
también el país de los votantes licenciosos e irresponsables que se llenan la
boca de insultos en época de legislatura, llamando ladrón a todo quisque que
caiga en un hemiciclo, pero que le ponen en bandeja de plata su patrimonio
privado, y también el público, cuando llega el momento del sufragio universal
por el que lloraron, sangraron y murieron muchos de nuestros antepasados en
aquellas revueltas contra monarcas de antaño y sus adláteres.
No acaba aquí
lo triste del tema. Si sale elegido Mariano, las cosas no cambiarán mucho:
seguiremos puteados con la cuestión de la austeridad, la devaluación de
salarios y dignidades laborales, las tropelías legislativas como el canon de la
justicia y la ley mordaza y aguantando las salidas de tono de sus ministros
opusdeicos, nostálgicos del antiguo régimen. Pero agarraos los machos si se nos
ocurre elegir de manera incorrecta…
Os puedo
remitir a todo el verano pasado. No os confundáis, en Alemania, Austria,
Finlandia, Dinamarca… En esos países de gente seria, alta, rubia y destetada,
sólo ven a peña agitanada que vive en el Sur de Europa y a quienes no les gusta
trabajar, que chupan de los presupuestos de la Unión –España es uno de los que
más ha recibido de los Fondos Europeos– y a los que tienen que tutelar
debidamente, con cuerda corta, para que no se salgan de madre y revienten las
cuentas. Les da igual Grecia, que Italia, que España. Ellos vienen aquí de
vacaciones y ven como nos las gastamos en los chiringuitos, en los bares y en
las obras. No hay forma de hacerles entender que currar en una zanja al
mediodía, cuando Agosto aprieta en Sevilla, puede ser perjudicial para la
salud, y que nosotros no hacemos distinciones entre seres humanos, entre los
que pueden morirse allí metidos y los que se merecen un trato más justo. Bueno,
de esos también tenemos aquí en nuestra Iberia. Si no, que me expliquen qué
hace el aguilucho cada dos por tres paseando por la calle en manifestaciones
permitidas por las delegaciones del Gobierno presidido por Mariano. Pero ésa es
otra guerra…
No os confundáis.
Si elegimos algo que no sea Mariano, o su copia juvenil y vitalista Rivera –salió
de la cantera de la gaviota, igual que Morata de la del Madrid– pueden
cantarnos buenas coplas desde Bruselas, aplicando en la letra esa nueva moda del
neoterrorismo dialéctico que tanto les pone y que ya se practicaba en ciertos círculos
desde hace años. Aquello de “el balón es mío y se juega a lo que yo diga; y si
no, puerta”. En mi curso había algún que otro imbécil que lo practicaba antes
de que lo inventara el señor Juncker y sus homólogos comisionistas.
Nada nuevo
bajo el sol, que dirían algunos, tanto en los regalos electoralistas, sea quien
sea el trilero, como en todos aquellos que demostrarán que siguen siendo buena
herramienta, como en las estratagemas postbelicistas de esta Europa tan moderna
y tan acostumbrada a la sonrisa de fotomatón y la extorsión vía presupuestaria.
Alberto Martínez Urueña 13-10-2015
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