jueves, 29 de enero de 2015

Retroalimentándome a vuestra salud


            Uno de los aspectos más gratificantes de ponerme delante del teclado y mandar mis pensamientos por el éter electrónico hasta vosotros es la retroalimentación de ideas que a veces se produce. Alguno, de vez en cuando, me envía una respuesta dando su opinión sobre el texto y sobre su contenido, y le da un sentido más amplio a todo esto. Hay quien incluso escribió en algún momento en la página de internet donde están todos mis escritos desde dos mil siete, y así el debate se hace público y todos podemos participar.

            La mayor parte de las veces, trato temas sobre economía y política, eso está claro, igual que mis tendencias ideológicas que nunca he pretendido ocultar. Conversando con una de las nuevas incorporaciones a las listas de correo que utilizo, hizo un comentario pergeñado de interesantes matices, indicando que lo importante ya no es tanto las ideologías como las consideraciones sociales que se tengan. Leía una reflexión parecida en algún medio sobre cómo los nuevos movimientos sociales surgidos a raíz de la crisis, tanto los nuevos partidos como los movimientos ciudadanos, se orientan en un plano transversal en el que tienen cabida distintas concepciones políticas, primando por encima de éstas las nociones de ser humano, con sus consideraciones sobre dignidad y derechos, y de participación colectiva en la sociedad común. Esto, a su vez establece una nueva distinción maniquea entre las élites que han dirigido la sociedad desde su torre de marfil y el pueblo que ha sufrido tal dirección descarnada, independientemente de su tendencia más o menos conservadora o liberal. En resumen, estoy de acuerdo con esta visión que nos permite sublimar las arcaicas estructuras en donde los intereses particulares de tales élites nos introdujeron con su dialéctica perversa y desde donde nos han manipulado durante demasiado tiempo.

            Otra cuestión que quiero responder es mucho más prosaica, y por lo tanto, más interesante. Hace referencia al problema de los desahucios y como éste implica la necesidad de plantear a su vez qué sucede con una empresa privada que ve cómo un dinero prestado no va a ser devuelto. No en vano, la función de un banco es hacer negocio dentro del circuito de intereses económicos privados vulgarmente llamado mercados. En base a esto, presta un dinero y se establece un seguro de garantía en caso de impago, que es la hipoteca.

            Lo que la mayoría de la gente ignora, porque cada uno entiende de lo que maneja, es que en este movimiento existen dos hechos que pueden estar o no conectados. Estos son el negocio jurídico por el que se presta el dinero y el contrato de garantía que supone la hipoteca. Y en nuestro ordenamiento jurídico están separados, por lo que las consecuencias de uno y otro van cada una por su lado. Precisamente, de esta concepción legislativa deriva el disparate de que te quiten la casa pero aun así tengas que seguir pagando la deuda: son dos cuestiones jurídicas independientes. Sin embargo, pesar de las gilipolleces que dicen nuestros legisladores y sus acólitos, los dueños de los bancos, esto no es inevitable. Como todo en Economía. En esta época de ideas únicas.

            Haciendo un interesante ejercicio de comparativa internacional podemos ver cómo economías que no tienen ningún viso de sospecha comunista como pueda ser la estadounidense, en caso de impago, el banco se queda con la casa, pero la deuda queda saldada automáticamente. Esto, evidentemente, puede suponer una perdida comparativa de los bancos frente a los clientes, pero es un sistema que funciona y que no deja tan desamparadas a las víctimas. No tanto como este sistema nuestro, cruel, en donde una persona que vive debajo de un puente puede tener además una deuda con una entidad bancaria que nunca va a poder pagar. Con lo que esto conlleva.

            Pero los bancos reclaman sus derechos como acreedores en base a las nociones de seguridad jurídica en el tráfico mercantil –que da estabilidad a los negocios privados y por tanto a la economía general de un país o de un entorno económico– y de derecho a la propiedad privada. Los becerros de oro de la economía capitalista.

            No pretendo extenderme acerca de las medidas que se articulan en estos otros países en donde el cumplimiento de las condiciones del contrato de garantía salda la deuda sobre la que nace tal derecho. Es decir, la dación en  pago, esa noción que la casposa y retrograda derecha española denuesta porque ha salido de boca de un enemigo sin saber que se aplica en la cuna del liberalismo económico con muy buenos resultados. Las medidas para solventar esta encrucijada están ahí para el que quiera leerlo, y seguro que mejor explicadas de lo que pueda pretender yo aquí. Cuestiones como la separación obligatoria de la banca de inversión respecto de la banca comercial, o la posibilidad de trasladar los riesgos de las operaciones directamente al tipo de interés exigido por la prestación del dinero son debates que todavía están abiertos y son sumamente interesantes.

            La cuestión, en todo caso, que subyace por debajo de toda esta amalgama de ideas, desde mi punto de vista, es la prelación entre dos problemas sustantivos. Y sinceramente, comparar las pérdidas de un banco – sé que esto puede suponer problemas reales para gente real – con las reales y trágicas consecuencias de sacar a un niño de su casa por la fuerza, mandato judicial mediante y con la legitimidad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, me parece uno de los mayores insultos que se han infligido al ser humano en toda su historia, incluyendo holocaustos, inquisiciones y esclavitudes. No en vano, es otra manera de degradar el incalculable valor de una vida humana a las cuestiones prosaicas de una cuenta de resultados.

 

Alberto Martínez Urueña 29-01-2015

2 comentarios:

Txemita dinamita. dijo...

Hay algo que sí que te puedo asegurar a ciencia cierta y es que mientras se cierran hospitales públicos en Castilla La Mancha y Castilla León, se derivan los enfermos y las operaciones de cadera y rodilla al hospital Ruber Internacional, privado por cierto y recientemente vendido a el grupo IDC Salud.
Así, un alto porcentaje de operados de ambas Castillas, igual de viejas por cierto, llevan en sus prótesis el copy rigth de la privada, pero pagado con fondos públicos.

Anónimo dijo...

El comentario anterior va más ligado con el artículo siguiente.