miércoles, 29 de junio de 2011

Dogmas

Andaba yo a la gresca esta mañana, soliviantado por un sistema de aire acondicionado aquí, en el MICINN, más ausente que la empatía en el Congreso, cargando la saca de la baba lobuna, cuando me encontré nuevamente entre medias de la prensa digital esa frase tan bien construida de que la banca privada es más eficiente que la pública. Lo que no sé es qué opinarán de esto los trabajadores de Lehman Brothers, a los que todavía recuerdo sacando aquellos cargamentos de cajas de sus despachos, o el resto de currantes de más de trescientos bancos (sí, sí, trescientos bancos) que han quebrado en EEUU desde el comienzo de la crisis.
El tema griego está revolviéndoles el desayuno a más de uno en las altas esferas, pero tienen que estar teniendo auténticas pesadillas ante el incremento de la deuda estadounidense también. ¿Ideas comunistas? Tampoco es eso, pero no demonicemos los conceptos porque papá Stalin y sus acólitos se llevasen por delante a todo el Imperio Ruso con una mal entendida economía social. Era una dictadura, y eso no ha funcionado nunca en todas las intentonas que se han acometido; de hecho, suelen desarrollarse bastante mal, y acabar peor.
Las dictaduras se caracterizan por un hecho en concreto: una realidad impuesta inamovible e incuestionable, fabricada por el poder imperante que se ha de defender a capa y espada con todo tipo de instrumentos legitimados mediante cualquier vía por ese mismo poder. Mientras me dedicaba a buscarle una caracterización a esa palabra que tanto nos disgusta a la mayoría, me he dado cuenta de una cosa. Hoy en día tenemos una situación ECONÓMICA perfectamente encuadrable en esa definición. En primer lugar, levante la mano el primero que sepa cuántas proposiciones alternativas se escuchan en los medios oficiales para hacer frente a la situación en la que nos hallamos. Pero alternativas de verdad, ojo. De ésta, nos damos cuenta de que hay una realidad económica impuesta inamovible e incuestionable. Pero claro, esta economía es parte de nuestra vida, parte de la sociedad, y como tal, contribuye (y de qué manera) a elaborar las estructuras mentales de los que participamos en ella. Así que quizá no está tan parcelado como algunos quisieran.
Esta realidad se ha de defender a capa y espada. ¿Que no? ¿Todavía hay quien es capaz de negar la influencia de los grupos de presión en todos los conflictos abiertos a lo largo del mundo? Más aún, ¿todavía hay alguien capaz de negar que son estos mismos los que en lugar de llamarlo por su nombre, guerra, lo llaman conflictos armados, como si acaso fuese otra cosa algo más delicada y suave, y daños colaterales a los millones de muertos que provocan? Por cualquier medio, pero no sólo en África. Son los responsables del adoctrinamiento consumista. ¿Sólo es economía? Preguntadle a los psicólogos cuantas personas hoy en día sufren depresiones derivadas de una sociedad de abundancia material y pobreza interna.
Creemos que vivimos en una sociedad que es la leche de moderna, despreciando otras de otros lugares por atrasados y otras de otros tiempos por viejas, y no nos damos cuenta que todas lo fueron antes que la nuestra. Hablamos de libertades, derechos, obligaciones, pero todo son cortinas de humo para tapar un hecho muy simple: seguimos jugando al mismo juego de hace siglos, pero con ciertas diferencias. Es cierto que ahora el político de turno no puede exigir el cumplimiento del derecho de pernada, pero siempre puede dar por donde amargan los pepinos. Hablamos de libertad de expresión, pero los medios cada vez están más secuestrados por los grandes emporios empresariales. Hablamos de libertad de elección, pero somos esclavos de vicios promovidos por los grandes intereses económicos. Aceptamos que cada cual tiene su verdad, pero en lo importante nos tragamos cualquier dogma. Líderes que aprovechan su tribuna para soliviantar y mentir, mentiras que sus foros particulares se tragan y que después repiten envueltas en odios sin informarse de si son ciertas. Por favor, antes de cacarear sobre si hay muchos funcionarios, sobre la deuda pública, sobre el tamaño del sector público, sobre la comparativa público-privada, sobre datos estadísticos y económicos, informaos un poco y no dejéis que os desinformen todos aquellos con intereses en hacerlo, esos de los que hablaba antes.
Dogmas promovidos por los poderosos. Quien haya leído el Quijote sabe que de la clase dirigente ya hablaba Cervantes, y la ponía cual pañal de tierno infante. Estructuras materiales y mentales creadas por los poderosos para ocultar su afán por enriquecerse, para que no veamos su mentira. Lo triste es que antes no podíamos hacer nada porque al que se movía lo tullían de por vida; ahora, nos han agilipollado de tal manera que, como tullidos mentales, nos creemos la mierda de sistema en la que vivimos y nos parece que es la hostia. Antes entendieron algo de todo esto; hoy en día somos más listos y nos dejamos sodomizar, estudios de marketing mediante. Por eso es tan importante alzar la voz y apretar los dientes, para a ver si en lugar de seguir chupándola, les descubrimos la vergüenza.


Alberto Martínez Urueña 29-06-2011

1 comentario:

Chewif dijo...

¿Discrepo? Yo no creo que sea verdad que aceptamos que cada cual tenga su verdad. No es el caso en esta sociedad de "estás conmigo o, si no, es que estás contra mí". Creo que es la época de las apariencias, de los "gestos" y de las militancias ... aunque no se sepa de qué van. Podría decir que estamos demasiado influenciados por una Política que, más que marcar unas pautas de funcionamiento, marca las bases de la intolerancia, que es lo que gobierna hoy en día a todos nosotros, los ciudadanos "solidarios" del siglo XXI.

Sin embargo, estoy de acuerdo con la idea básica de tu columna.

Un saludo.