miércoles, 21 de febrero de 2018

La hipereficiencia de la estupidez


            Los viajes en tren, ya no tan frecuentes, dan para poder leer alguna de esas noticias que tienes guardada y para la que no sacas tiempo. Me gusta leer sobre tecnología, y gracias a eso, he podido enriquecer mis criterios sobre estos temas, y descubrir cómo múltiples trabajadores –en realidad, extrabajadores– de compañías tecnológicas como Google, Facebook o Apple, tenían sus reticencias con respecto a esa tecnología que vendían, e incluso, con el tiempo, se arrepintieron de algunos de sus productos o implementaciones de los mismos. Hablo de la función compartir, de la función “Me gusta” y algunas otras que, dicho por ellos mismos, cito, explotaron "una vulnerabilidad de la psicología humana" y añade que trabajaron de forma consciente para que todas las interacciones tuvieran un efecto similar a la dopamina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de placer y recompensa en el cerebro. "Teníamos que dar un poquito de dopamina cada rato. O bien porque alguien había dado a me gusta o porque habían comentado tu foto", matiza. Lo dice todo, y el que no quiera verlo, es porque se ha arrancado los ojos. Cuidado, porque esto que pretendieron explotar en este caso es la base de todas las teorías de marketing que se utilizan para que los escaparates te atrapen, para que pagar con tarjeta –o mediante un click en una página web– duela menos que al contado, o para que al entrar en una tienda, el ritmo de la música te atrape con su alienante frenesí.

            Leía, como os digo, noticias de tecnología, y me encontré con varias que quería comentar con vosotros. Varias de ellas hablaban de calendarios y aplicaciones para poder ser más ordenado, o en realidad, como reconocían a lo largo del artículo, ser más productivo con tu tiempo. Seguro que habrá quien piense que esto es objetivamente positivo: la capacidad para ordenar tu vida de una forma en que te dé tiempo para hacer más cosas en el mismo tiempo, y así aprovecharlo y que no se te escape entre los dedos.

            Otra noticia más hacía referencia a esas aplicaciones que te permiten entrenarte sin necesidad de salir de casa, haciendo determinados ejercicios y determinadas rutinas que puedes realizar en solitario, sin necesidad de trasladarte al gimnasio y poder sacar el tiempo necesario para llevar un estilo de vida lo más saludable posible. No en vano, existen multitud de artículos en Internet que abogan por la necesidad de hacerlo, y así poder tener una vida mucho más plena y más sana, y lo positivo que resulta, cuando sales de la oficina, dedicar unas horas de la semana a quemar unas cuantas calorías. Además, si consigues quitarte esos kilitos de más, pues estupendo.

            Continuando por este periplo en la red, me encontré también con aplicaciones de agregados de noticias, los cuales hacen una búsqueda por y para ti, para ahorrarte el tiempo de tener que hacerlo y poder dedicarte a lo importante. Ellos deciden, en base a esos análisis del Big Data que extraen de tu historial de navegación, cuáles pueden ser las noticias que sean de tu interés –añadiéndolas, por supuesto, esos útiles anuncios sobre posibles productos de compra que siguen fielmente las últimas búsquedas que has realizado–, discriminándolas de aquellas que no se ajusten a tus inclinaciones políticas, temáticas o sociales.

            Llegados a este punto, no porque llegase a la estación del Campo Grande, preferí dejar la lectura y relajarme sobre el asiento. Mirar por la ventana, y ver ese paisaje que tantas veces he contemplado, del pinar de Antequera y sus estribaciones por Viana de Cega, y luego los barrios del Sur de mi ciudad. Así, de paso, dejaba de pensar que el mundo se iba a la mierda, cuando en realidad lo que me puede pasar es que me estoy haciendo viejo y no entiendo las nuevas tendencias. Quizá el cambio de paradigma de lo analógico a lo digital no sea tan malo, por mucho que a mí, ciertas cuestiones que leo en Internet me pongan los pelos de punta.

            Ser eficaz con tu tiempo es una cosa estupenda, siempre y cuando el tiempo que luego te sobra lo utilices de forma apropiada. Si para lo único que sirve es para afrontar una nueva actividad que puede retroalimentar esa sensación de que no te da tiempo a nada, y a la necesidad pueril de ser aún más eficiente, es mejor ser un patán y hacer las cosas con calma. Y lo que no de tiempo, se queda sin hacer. No hay nada más importante que el sosiego y la tranquilidad, y lo demás, son mierdas empresariales que nos han metido en la cabeza a golpe de publicidad irresponsable e interesada.

            Llevar una vida sana por supuesto que es fabuloso, siempre que no se convierta en una obsesión de gimnasio que te lleve por la calle de la amargura porque tienes que ir deprisa y corriendo, intentando ser supereficiente con tu tiempo, y que puedas hacer de todo en las veinticuatro horas del día. Lo que ganas por un lado, lo pierdes por otro, y si luego sólo duermes cuatro, o a lo sumo cinco, no importa: eso es muy español y mucho español, y a fin de cuentas, dormir está sobrevalorado y es una pérdida tiempo.

            No te digo ya lo de que los agregadores de noticias te ahorren tener que buscar la información que se ajusta a tu perfil. Te puedes evitar leer o escuchar a personajes que piensan diferente y así poder seguir viviendo en esa arcadia feliz en donde el mundo es justo lo que a ti te parece que debería ser. Y toda esa gente que opina diferente, sólo son imbéciles incapaces de ver la realidad. Y además, seguro que no saben gestionar su tiempo.

 

Alberto Martínez Urueña 21-02-2018

 

PD.: se ha puesto muy de moda eso del Mindfulness para poder ser aún más hipereficiente, y lo están usando incluso las empresas para explotar a sus trabajadores y que no se muevan de sus sillas, pero esto merece al menos un artículo completo. Ahí lo dejo.

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