No es una cuestión de que me quede
con la boca abierta ante lo que las encuestas de determinados medios de
comunicación indican. Da igual, realmente, el resultado concreto de lo
preconizan; son mucho más importantes las tendencias de lo que parecen
desentrañar. Hablo, por supuesto, y para quien no se haya enterado, del ascenso
de una fuerza política como PODEMOS.
No voy a entrar a valorar las
críticas a las que se han visto sometidos sus dirigentes al respecto de sus
tendencias bolivarianas, o sus filiaciones proetarras; las primeras no indican
necesariamente nada y las segundas no me las creo. En este caso, podríamos
hacer, primero, un análisis negativo, viendo que, de alguna manera, este
crecimiento exponencial en intención de voto no habría sido posible de no
haberse visto la ciudadanía secuestrada en sus derechos por una clase política
impresentable y vendida a los grandes capitales.
Es evidente, y a cualquier persona
que le preguntes te responderá de manera afirmativa, que la corriente política
de los últimos años, dicho de una manera elegante, ha sido la de beneficiar a
la clase capitalista de una forma sumamente desequilibrada con respecto a la
clase trabajadora. El argumento de favorecer a quienes esgrimen posibilidades
de inversión y de creación de puestos de trabajo tiene su enganche, pero lo que
viste perfectamente sobre el papel en la práctica se ha trastocado en un feo
engendro del que solo está saliendo, como poco, deterioro de las condiciones de
vida de la gente, cuando no absoluta miseria. No hay más que leerse el último
informe de Cáritas para ver la realidad que hay ahí fuera, en calles no muy
lejanas. Mirando este sistema con una cierta perspectiva, es el mismo problema
que adolecía la utopía comunista del pasado siglo. Gracias a esta ideología tan
perversa para el ciudadano es que surgen movimientos que pretender darle la
relevancia y preponderancia que merece; no es sólo PODEMOS quien pretende
llevar a cabo tal cometido, hay otros partidos como el Partido X o Ciudadanos,
pero el que ahora nos ocupa parece haber encontrado la manera de prevalecer
sobre el resto, en un perfecto ejercicio evolutivo al más puro estilo
darwiniano.
En segundo lugar, y más
interesante, hay un punto de vista
dentro del análisis con respecto a este fenómeno, y es el contenido más o menos
concreto de su ideario. Doy por hecho que la mayoría de nosotros sabemos más de
éste por los tertulianos de los medios de comunicación que frecuentemos que por
la lectura y análisis de los mensajes que hayan trascendido directamente, así
que dejo ese punto para otra ocasión. Más que nada porque sé que hay
corporaciones mediáticas con tendencias ideológicas tan marcadas que priman
éstas por encima del ejercicio periodístico de informar debidamente a la gente
a la que llegan y convierten cualquier intento de debate en una contienda sin
sentido ni argumentos reales.
Más allá del contenido concreto, hay
un hecho, como antes mencionada, que creo que ha alimentado la intención de
voto de millones de personas a favor de este grupo político y es saber llegar a
la gente que ahora les sigue. Al margen de las herramientas de participación
que han ilusionado a tantos, el lenguaje llano y directo de confrontación
contra los que llevan tanto tiempo agrediéndonos hace que mucha gente recobre
una ilusión hace tiempo perdida. Frente a un Estado de Derecho construido a
medida de unos pocos, con una legislación enrevesada que puede ser legal, pero que
se muestra en demasiadas ocasiones muy injusta para la mayoría, han aplicado un
lenguaje claro que no necesita explicaciones. Han recuperado un concepto
antiguo, el de la lucha de clases, y lo han adaptado a la situación actual,
dotando a mucha gente que se sentía indefensa de una herramienta con la que
responder a tantos palos recibidos. Y ojo, al margen de ciertas tendencias
bastante perversas, desde un lugar DENTRO del sistema, por lo que el apelativo peyorativo
de antisistemas que les quieren aplicar no es válido.
O más bien no debiera serlo. El
principal problema que tienen esos a los que denominan “La casta” es que en su
sistema no se tiene elección cuando se habla de Economía, un sistema en el que
los ciudadanos somos rehenes, auténticos rehenes, de quienes nos pueden dejar
sin nada. En base a esa conceptualización, efectivamente, cualquiera que
pretenda cuestionar la ley de los mercados, es un antisistema de libro, pero
¿quién no se defendería cuando ves que te están despojando de los derechos que
te corresponden sin más justificación –en la práctica– que entregárselos a
otros señores en bandeja? Viendo la concentración de poder que ha conllevado
esta globalización que vivimos hoy en día, muchos se plantean si no habrá sido
una maniobra perfectamente orquestada: no en vano, es mucho más sencillo
controlar unos pocos centros de decisión política que tantos como naciones
desarrolladas existen.
La verdadera cuestión que se esconde
detrás del ascenso de PODEMOS se encuentra en la pregunta principal que todo
ciudadano inevitablemente se hace, o debería hacerse: ¿qué pinto yo en esta
sociedad en donde vivo? ¿Soy una marioneta condenada a la esclavitud a la que
parece que nos están llevando de la mano entre capitalistas y políticos, o
tengo alguna otra opción? Y esta es una pregunta a la que todos, consciente o
inconscientemente, todos respondemos.
Alberto Martínez Urueña 4-11-2014
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