Como para cerrar la boquita y no
decir nada… La verdad es que es ridículo que lo haga, ya que si queréis saber
lo que está ocurriendo en este país, que más bien parece lavadora industrial de
dinero negro, sólo tenéis que compraros un periódico (a ser posible, que sus
directivos no sean descendientes del régimen, por aquello de la salud mental) y
echarle unas ojeadas las páginas de actualidad, o nacional, o sucesos, o
incluso a lo mejor espectáculos. Las de economía las podéis mirar si lo que
queréis es tener algún que otro sobresalto, como en El exorcista.
Además, ¿para qué negarlo ya? Sabéis
perfectamente que cuando a la derecha rancia, casposa, alquilosada y caciquil
de este país le llueve granizo, siento un placer especial. No es lo mismo
cuando los escándalos salpican a los rojos sociatas de los cojones o a los sindicalistas
corruptos y comunistas. A esos, se les sobreentiende que sólo quieren torpedear
la línea de flotación de esta grande y libre con sus envidias a los que ganaron
su dinero con sangre, sudor y lágrimas, aunque estas fueran de otros. No, en
serio, lo que pasa es que cuando te están tocando los cojones día sí, día
también con la ejemplaridad, la moralidad y las buenas costumbres de la clase
conservadora, mientras que por otro lado se lo están untando en pan con pasas
dulces, se te pasan las ganas de ser condescendiente y directamente te alegras
cuando les meten en un coche patrulla. No tengo problemas con la gente que es
de derechas, pero a ciertos políticos de esa corriente ideológica les tengo
bastantes ganas. De hecho, diré que todas estas noticias de corrupción endogámica
y estructural no me sorprende absolutamente nada: sólo es la demostración
palmaria de lo que llevan haciendo siglos, es decir, aprovecharse del pueblo
llano, esquilmándoles el fruto de su trabajo y llenándose las alforjas a su costa
en base a no sé qué derechos.
Esta situación, que por otro lado,
se prolonga desde hace varios años con el tema de la Gurtel (ese fantasma que
aparece de vez en cuando por la Moncloa, haciendo que Rajoy coja torticulis de
tanto mirar para otro lado) pone sobre el tapete el auténtico problema de esta
Iberia. En primer lugar, que la gente vota a personajes salidos del Padrino,
una y otra vez, a pesar de que las escuchas “ilegales” demuestren que su
honorabilidad es tan escasa como el caviar en
los comedores de Cáritas.
En segundo lugar, que la seriedad
institucional alcanza a todos los sectores, no sólo a lo público o a lo
privado. Es más, cada vez queda más demostrada la teoría de un tal César
Molinas sobre las estructuras creadas por la clase corrupta para detraer las rentas
del sistema y hacer a esta sociedad cada vez más pobre. Si nos ponemos a echar
cuentas de la cuantía económica que suponen todos los escándalos que salpican
la actualidad no salen cifras astronómicas. Eso sí, cuando Montoro haga esas
cuñas publicitarias que persiguen al chapuzas que no emite una factura por
arreglarte el grifo en casa (ese tipo de fraude sólo llega al 5% del total),
toda esta gente le aplaudirá como si se tratase de la última de Almodovar: no
en vano, ese IVA que no se recauda es dinero con el que no pueden choricear
desde sus despachos oficiales.
Sinceramente, ya me da igual todo
este tema, sólo quería desahogarme un poco y empatizar con todos esos lectores
que tengo, librepensadores, a los que esta situación también les ofende la
entrepierna. Sobre todo porque, independientemente de la corriente de
consolidación fiscal que llega desde Alemania (eufemismo para reducir el sector
público a la más exigua de sus expresiones), estos señores son los que nos
dicen que no hay dinero para Educación, Sanidad, Dependencia, modernización de
la Justicia, aumentos retributivos de los trabajadores públicos (no sólo
funcionarios, sino también eventuales y contratados) y un largo etcétera de
cuentas en las que nos están chuleando. Además, mintiendo con la más absoluta
desvergüenza, porque en llegando las elecciones, están aumentando el gasto
público para aumentar el PIB (uno de sus factores de cómputo es, precisamente,
el consumo público) acompañado de una rebaja fiscal. Dirán ustedes que dónde está
el problema, pero si tenemos en cuenta que la deuda pública está rondando el
100% del PIB, y subiendo, y que la balanza exterior se está deteriorando (eso
también es deuda que contraemos), lo que nos están colando es gasto presente a
costa de dejar nuestro futuro en manos de los fondos de inversión que compren
nuestra deuda. Que como bien es sabido por todos, no se caracterizan
precisamente por su alma caritativa y buen quehacer social.
Así que, sí, independientemente de
otras consideraciones que pueda expresar en privado, me alegro de que estén
recibiendo estos tortazos, aunque al final se puedan quedar en que el juez
acabe en el trullo (o inhabilitado) por meterse donde no le llaman. Porque lo
más gordo de todo este tema es que estos señoritos de alcurnia y copete, si
acaso tienen conciencia de haber hecho algo malo, se lo disculpan porque en su
fuero interno saben que tenían derecho a ello. Y como mucho, les quedará reírse
en sus círculos, con su habitual prepotencia, de “lo tonto que fuimos, que nos
pillaron”, mientras disfrutan del dinero que consiguieron esconder, más allá
del que les encontramos.
Alberto Martínez Urueña 28-10-2014
Ah, y por cierto, antes de que
concluir, y sabiendo que me excedo del límite de las dos páginas. Ni por asomo
me creo eso de que cualquiera en su situación habría hecho lo mismo, esto sólo
está reservado a cierta clase de hijos de perra.