viernes, 16 de noviembre de 2012

¡Informaos!


            Los últimos años se ha puesto muy caro encontrar un tema para escribir que no tenga que ver con la crisis económica y sus derivados. Sus derivados son esos señores que se sientan en escaños de distinta índole y cuya gestión de lo público es cuando menos dudosa. Además, con todo lo que se ha escrito ya por analistas más o menos reputados, que yo pretenda dar algún punto de vista innovador, se convierte en una tarea simplemente imposible. Por eso, os recomiendo a cada uno de vosotros que os leáis distintas aportaciones que hay en foros si acaso vuestro objetivo es encontrar alguna explicación más o menos razonada de lo que nos está ocurriendo. Sé que entre vosotros se encuentran personas que, más allá de tragarse el adoctrinamiento que ciertos falsos profetas predican en los medios de comunicación, quiere encontrar una perspectiva… llamémosla consistente. Leer sobre Economía, os aseguro que no es ni de raros ni tan complicado, salvando determinadas propuestas que implican un cierto conocimiento de nociones básicas, y tiene la inestimable ventaja de que estructura y razona los posibles puntos fundamentales buscados, más allá de un discurso vago y desordenado.
            También conviene comprobar la posible subjetividad más o menos pronunciada de quien escribe o habla y tamizar la información, desechando a ciertas hienas que aprovechan para, antes que informar y proponer ideas y debates sobre el tema en concreto, soltar peroratas y discursos manchados de ideologías, historicidades más que dudosas y adoctrinamientos sin explicación posible, aderezado por supuesto con insultos de toda condición, demostrando que tenemos un idioma rico en estos epítetos.
            Salvando a estos canallas, a los que no dedico más de cinco minutos, por si acaso se me hincha el hígado, existen en esta lengua y este país foros donde las propuestas y las controversias son educadas y, lo que es más importante para el inquieto lector, razonadas. Al margen del puro interés teórico de la esta lectura, se pueden entresacar, como decía antes, ideas puntuales sobre las causas y las posibles soluciones.
            Curiosamente, en la mayoría de estos escritos, uno de los puntos básicos que se exponen es, como podríamos decir, la idiosincrasia del español, pero con una perspectiva sorprendente. Estos ponentes, ya sean nacionales o foráneos, destacan también la riqueza cultural y vital del español, y la enorme cantidad de oportunidades que ofrece un pueblo y una tierra como la nuestra, con tanta variedad climática, trabajadores y estudiantes preparados y dispuestos y un modo de vida que, en contra de lo que solemos decir de nosotros mismos, y soportado por las cifras, no es tan vagos ni de maleantes como hay quien pretende. Aprendes puntos clave de nuestro sistema social, legal e institucional, sorprendiéndote con datos que ponen en entredicho muchas de las creencias y eslóganes con los que, hábiles tergiversadores de lo manifiesto, concurren a las tribunas y a los púlpitos con la intención de atraer a una masa grosera e inculta, y además orgullosa de serlo.
            Leyendo las ponencias de personas sin ningún vestigio de interés o de aprovechamiento de tal o cual medida, puedes vislumbrar una luz diáfana y clara, cálida, que empequeñece esos brillos fulgurantes y efímeros con que pretenden secuestrar nuestra atención distintas organizaciones con marcados intereses económicos y mediáticos. Ponen de manifiesto también, sin ambages ni medias tintas, las miserias de una raza ibérica, o más bien mediterránea que, construyendo una de las culturas más antiguas del orbe, se ve ahora asaltada por sus propios fantasmas: toda una estructura institucional, legal y administrativa decimonónica, mastodóntica e ineficiente que es perpetuada por aquellos que medran en ella. Es más, con la escusa de principios tales como la eficiencia y la eficacia, desmontan, en lugar de mejorarles, los pilares del Estado del Bienestar con el único fin de evitar su propio holocausto. Los problemas de esta actitud no son ya sólo los daños a nuestra Economía y sociedad, que son muchos, sino el descreimiento que se cierne sobre los liderazgos y la vida pública. Nos llevan a un estado abúlico en el que, como no se puede hacer nada, se perpetúan ellos mismos en los puestos de poder; los únicos, por cierto, desde donde se puede hacer algo de forma común, coordinada y útil para la ciudadanía. Todos los intentos de transformar la sociedad desde dentro son sumamente importantes; vitales, diría yo. Sin embargo, sin la visibilidad de líderes mediáticos preparados y diligentes, las medidas que se deban articular de forma consensuada y creíble, y que sirvan para la totalidad del Estado, son como un taburete con dos patas.
            ¿A dónde voy con todo esto? A que, como decían en Expediente X, la verdad está ahí fuera, está en columnas de personas que están más allá de ideologías y de partidos políticos, que hay ideas diferentes, estructuradas, que no dejan fuera a tal o cual colectivo que parece irse de rositas en esta crisis, y que nos sirven para cobrar las cuentas cuando lleguen elecciones. Los que están destruyendo nuestra sociedad, y por tanto una parte de nosotros mismos, saben todo esto, pero hasta que la sociedad no demuestre, por medio de los medios establecidos, que quiere que se haga caso a los sabios, no habrá más que lloros, injusticia y crujir de dientes.

Alberto Martínez Urueña 16-10-2012

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