Los últimos años
se ha puesto muy caro encontrar un tema para escribir que no tenga que ver con
la crisis económica y sus derivados. Sus derivados son esos señores que se
sientan en escaños de distinta índole y cuya gestión de lo público es cuando
menos dudosa. Además, con todo lo que se ha escrito ya por analistas más o
menos reputados, que yo pretenda dar algún punto de vista innovador, se
convierte en una tarea simplemente imposible. Por eso, os recomiendo a cada uno
de vosotros que os leáis distintas aportaciones que hay en foros si acaso
vuestro objetivo es encontrar alguna explicación más o menos razonada de lo que
nos está ocurriendo. Sé que entre vosotros se encuentran personas que, más allá
de tragarse el adoctrinamiento que ciertos falsos profetas predican en los
medios de comunicación, quiere encontrar una perspectiva… llamémosla consistente.
Leer sobre Economía, os aseguro que no es ni de raros ni tan complicado,
salvando determinadas propuestas que implican un cierto conocimiento de
nociones básicas, y tiene la inestimable ventaja de que estructura y razona los
posibles puntos fundamentales buscados, más allá de un discurso vago y desordenado.
También
conviene comprobar la posible subjetividad más o menos pronunciada de quien
escribe o habla y tamizar la información, desechando a ciertas hienas que
aprovechan para, antes que informar y proponer ideas y debates sobre el tema en
concreto, soltar peroratas y discursos manchados de ideologías, historicidades
más que dudosas y adoctrinamientos sin explicación posible, aderezado por
supuesto con insultos de toda condición, demostrando que tenemos un idioma rico
en estos epítetos.
Salvando a
estos canallas, a los que no dedico más de cinco minutos, por si acaso se me
hincha el hígado, existen en esta lengua y este país foros donde las propuestas
y las controversias son educadas y, lo que es más importante para el inquieto
lector, razonadas. Al margen del puro interés teórico de la esta lectura, se
pueden entresacar, como decía antes, ideas puntuales sobre las causas y las
posibles soluciones.
Curiosamente,
en la mayoría de estos escritos, uno de los puntos básicos que se exponen es,
como podríamos decir, la idiosincrasia del español, pero con una perspectiva
sorprendente. Estos ponentes, ya sean nacionales o foráneos, destacan también la
riqueza cultural y vital del español, y la enorme cantidad de oportunidades que
ofrece un pueblo y una tierra como la nuestra, con tanta variedad climática, trabajadores
y estudiantes preparados y dispuestos y un modo de vida que, en contra de lo
que solemos decir de nosotros mismos, y soportado por las cifras, no es tan
vagos ni de maleantes como hay quien pretende. Aprendes puntos clave de nuestro
sistema social, legal e institucional, sorprendiéndote con datos que ponen en
entredicho muchas de las creencias y eslóganes con los que, hábiles tergiversadores
de lo manifiesto, concurren a las tribunas y a los púlpitos con la intención de
atraer a una masa grosera e inculta, y además orgullosa de serlo.
Leyendo las
ponencias de personas sin ningún vestigio de interés o de aprovechamiento de
tal o cual medida, puedes vislumbrar una luz diáfana y clara, cálida, que
empequeñece esos brillos fulgurantes y efímeros con que pretenden secuestrar
nuestra atención distintas organizaciones con marcados intereses económicos y
mediáticos. Ponen de manifiesto también, sin ambages ni medias tintas, las
miserias de una raza ibérica, o más bien mediterránea que, construyendo una de
las culturas más antiguas del orbe, se ve ahora asaltada por sus propios
fantasmas: toda una estructura institucional, legal y administrativa
decimonónica, mastodóntica e ineficiente que es perpetuada por aquellos que medran
en ella. Es más, con la escusa de principios tales como la eficiencia y la
eficacia, desmontan, en lugar de mejorarles, los pilares del Estado del
Bienestar con el único fin de evitar su propio holocausto. Los problemas de
esta actitud no son ya sólo los daños a nuestra Economía y sociedad, que son
muchos, sino el descreimiento que se cierne sobre los liderazgos y la vida
pública. Nos llevan a un estado abúlico en el que, como no se puede hacer nada,
se perpetúan ellos mismos en los puestos de poder; los únicos, por cierto,
desde donde se puede hacer algo de forma común, coordinada y útil para la
ciudadanía. Todos los intentos de transformar la sociedad desde dentro son
sumamente importantes; vitales, diría yo. Sin embargo, sin la visibilidad de
líderes mediáticos preparados y diligentes, las medidas que se deban articular
de forma consensuada y creíble, y que sirvan para la totalidad del Estado, son
como un taburete con dos patas.
¿A dónde voy
con todo esto? A que, como decían en Expediente X, la verdad está ahí fuera,
está en columnas de personas que están más allá de ideologías y de partidos
políticos, que hay ideas diferentes, estructuradas, que no dejan fuera a tal o
cual colectivo que parece irse de rositas en esta crisis, y que nos sirven para
cobrar las cuentas cuando lleguen elecciones. Los que están destruyendo nuestra
sociedad, y por tanto una parte de nosotros mismos, saben todo esto, pero hasta
que la sociedad no demuestre, por medio de los medios establecidos, que quiere
que se haga caso a los sabios, no habrá más que lloros, injusticia y crujir de
dientes.
Alberto Martínez Urueña
16-10-2012
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