jueves, 26 de julio de 2012

Cuestioncillas


            Es obvio e innegable que, cada vez que encendemos la televisión, conectamos la radio, leemos las noticias de prensa escrita y digital, o nos ponemos a conversar con el codo apoyado en la barra de un bar, el tema acaba siendo el mismo. Curiosamente, todos parecemos coincidir en lo básico, lo que me lleva a pensar, cada vez con más recurrencia y seguridad que la gente empieza a entender que el principal problema de España no está en la orientación del partido político en el Gobierno, ni en el ritmo de vida de la clase media, ni en los extranjeros que se aprovechan de la Sanidad pública y gratuita, ni en la Educación universal… Simple y llanamente en unos dirigentes cobardes incapaces de gobernar a todos por igual, sino que exprimen a la mayoría de los ciudadanos para evitar verse las caras con el hombre del saco, o propietario del capital, que viene a ser lo mismo para los dos barbas, el anterior de la ceja y el previo a éste, que tenía pinta de Hitler morenito. Esos, y sus acólitos, todo sea dicho, que alrededor de los perros siempre nos encontramos con sus correspondientes piojos, garrapatas, chinches y demás chupópteros del género latino y la familia hispánica.
            Pero no quiero este texto que sea igual a los anteriores, un derroche de verborrea literaria en la que decir lo que todos pensamos y que se ha escrito ya por activa y por pasiva. Como todos pensamos lo mismo, pero los que están ahí arriba no nos hacen caso y demuestran que se la suda mucho lo que podamos pensar aquéllos que, o les hemos votado, o tenemos representantes con los que han de ponerse de acuerdo a la hora de tomar decisiones. Por otro lado, a lo largo de unos días y semanas, he estado recopilando frases o preguntas que me sugiere todo esto y que querría compartir con vosotros, y que, si queréis o podéis, las respondéis por mí.
            En primer lugar, hablan de recuperación económica, con un crecimiento del uno y medio o quizá algo superior en dos mil catorce; por otro lado, está comprobado que en España se empieza a crear empleo a partir del dos o dos y medio por ciento de crecimiento. Es decir, prevén mantener el sufrimiento de los parados hasta dos mil quince, como poco.
            Nos hablan de medidas inevitables sin explicar el porqué de esa inevitabilidad; sin embargo, no nos hablan de medidas alternativas que en Economía siempre existen y en lugar de informarnos de ellas, nos piden un acto de fe. La confianza se gana, y de momento, vamos jodidos en ese partido.
            Nos hablan de que los mercados impersonales son los mejores jueces, y por eso nos aplican medidas neoliberales; sin embargo, al mismo tiempo sueltan a los vientos que los intereses que pagamos por financiarnos no son justos. Llevan sin ser justos cuatro años, al parecer. Además, decían que estos mercados son los mejores medidores: eso deja a nuestros gestores a la altura del betún. O del fango que pisan los zapatos que llevan el betún.
            Nos aplican medidas de recortes que hacen sufrir a las capas más desfavorecidas, dejando libres a las capas altas, argumentando que, de aplicarles medidas fiscales más fuertes, se llevarían su dinero a otra parte. Sin embargo, la mayor parte de ese dinero es especulativo, que no productivo, y no pasaría nada si se marcha a otro lugar. Es más, los análisis comparativos con otros países de nuestro entorno demuestran que las rentas del capital pagan mucho menos en España que en otros países, lo que nos da un margen para poder aumentar su carga impositiva.
            Justifican los aumentos de IVA en base a las recomendaciones internacionales; sin embargo, esas recomendaciones también hablan de otras dos cuestiones que no aplican, entre otras: el tipo impositivo sobre la renta de los trabajadores es sensiblemente más alta que en otros países, y esto estrangula el consumo y la recuperación, y recomiendan disminuirlo (aquí nos pidieron un esfuerzo impositivo transitorio, sinónimo de hachazo); la otra es que el tipo de gravamen general de las grandes empresas es del treinta por ciento, pero con las deducciones y bonificaciones, la media está en menos de la mitad de ese porcentaje (dicen que son para incentivar ciertas actitudes, pero desde luego la de contratar trabajadores no debe ser).
            Sólo por terminar, y ya puestos en materia biliar, están tratando de evitar ante todo que nos intervengan los llamados hombres de negro. Esto supone que no podríamos financiarnos en los mercados, pero por otro lado, piden la intervención del Banco Central Europeo, y estas dos cosas son lo mismo. Viendo el desaguisado en el que nos han metido estos inútiles, no tengo miedo a ninguno de esos hombres de negro, casi deseo que vengan. Por un lado, nos aplicarían racionalidad económica en este país de pícaros y sodomitas políticos a los que gusta que sus representantes se codeen con mafiosos bigotudos; por otro lado, ya que nosotros al parecer no podemos, quizá dieran un poco por el culo a esos hijos de puta que han dilapidado nuestro dinero público. A lo mejor no conseguimos que lo devuelvan, pero por lo menos, les quitarían la cuota de poder que ahora tienen y que, ha quedado demostrado, es lo único capaz de motivarles un comportamiento dedicado y decidido. O quizá un rato de excitación sexual.

Alberto Martínez Urueña 26-07-2012

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