Es obvio e
innegable que, cada vez que encendemos la televisión, conectamos la radio,
leemos las noticias de prensa escrita y digital, o nos ponemos a conversar con
el codo apoyado en la barra de un bar, el tema acaba siendo el mismo.
Curiosamente, todos parecemos coincidir en lo básico, lo que me lleva a pensar,
cada vez con más recurrencia y seguridad que la gente empieza a entender que el
principal problema de España no está en la orientación del partido político en
el Gobierno, ni en el ritmo de vida de la clase media, ni en los extranjeros
que se aprovechan de la Sanidad pública y gratuita, ni en la Educación
universal… Simple y llanamente en unos dirigentes cobardes incapaces de
gobernar a todos por igual, sino que exprimen a la mayoría de los ciudadanos
para evitar verse las caras con el hombre del saco, o propietario del capital,
que viene a ser lo mismo para los dos barbas, el anterior de la ceja y el
previo a éste, que tenía pinta de Hitler morenito. Esos, y sus acólitos, todo
sea dicho, que alrededor de los perros siempre nos encontramos con sus
correspondientes piojos, garrapatas, chinches y demás chupópteros del género
latino y la familia hispánica.
Pero no
quiero este texto que sea igual a los anteriores, un derroche de verborrea
literaria en la que decir lo que todos pensamos y que se ha escrito ya por
activa y por pasiva. Como todos pensamos lo mismo, pero los que están ahí
arriba no nos hacen caso y demuestran que se la suda mucho lo que podamos
pensar aquéllos que, o les hemos votado, o tenemos representantes con los que
han de ponerse de acuerdo a la hora de tomar decisiones. Por otro lado, a lo
largo de unos días y semanas, he estado recopilando frases o preguntas que me
sugiere todo esto y que querría compartir con vosotros, y que, si queréis o
podéis, las respondéis por mí.
En primer
lugar, hablan de recuperación económica, con un crecimiento del uno y medio o
quizá algo superior en dos mil catorce; por otro lado, está comprobado que en
España se empieza a crear empleo a partir del dos o dos y medio por ciento de
crecimiento. Es decir, prevén mantener el sufrimiento de los parados hasta dos
mil quince, como poco.
Nos hablan de
medidas inevitables sin explicar el porqué de esa inevitabilidad; sin embargo,
no nos hablan de medidas alternativas que en Economía siempre existen y en
lugar de informarnos de ellas, nos piden un acto de fe. La confianza se gana, y
de momento, vamos jodidos en ese partido.
Nos hablan de
que los mercados impersonales son los mejores jueces, y por eso nos aplican
medidas neoliberales; sin embargo, al mismo tiempo sueltan a los vientos que
los intereses que pagamos por financiarnos no son justos. Llevan sin ser justos
cuatro años, al parecer. Además, decían que estos mercados son los mejores
medidores: eso deja a nuestros gestores a la altura del betún. O del fango que
pisan los zapatos que llevan el betún.
Nos aplican
medidas de recortes que hacen sufrir a las capas más desfavorecidas, dejando
libres a las capas altas, argumentando que, de aplicarles medidas fiscales más
fuertes, se llevarían su dinero a otra parte. Sin embargo, la mayor parte de
ese dinero es especulativo, que no productivo, y no pasaría nada si se marcha a
otro lugar. Es más, los análisis comparativos con otros países de nuestro
entorno demuestran que las rentas del capital pagan mucho menos en España que
en otros países, lo que nos da un margen para poder aumentar su carga
impositiva.
Justifican
los aumentos de IVA en base a las recomendaciones internacionales; sin embargo,
esas recomendaciones también hablan de otras dos cuestiones que no aplican,
entre otras: el tipo impositivo sobre la renta de los trabajadores es
sensiblemente más alta que en otros países, y esto estrangula el consumo y la
recuperación, y recomiendan disminuirlo (aquí nos pidieron un esfuerzo
impositivo transitorio, sinónimo de hachazo); la otra es que el tipo de
gravamen general de las grandes empresas es del treinta por ciento, pero con las
deducciones y bonificaciones, la media está en menos de la mitad de ese
porcentaje (dicen que son para incentivar ciertas actitudes, pero desde luego
la de contratar trabajadores no debe ser).
Sólo por
terminar, y ya puestos en materia biliar, están tratando de evitar ante todo
que nos intervengan los llamados hombres de negro. Esto supone que no podríamos
financiarnos en los mercados, pero por otro lado, piden la intervención del
Banco Central Europeo, y estas dos cosas son lo mismo. Viendo el desaguisado en
el que nos han metido estos inútiles, no tengo miedo a ninguno de esos hombres de
negro, casi deseo que vengan. Por un lado, nos aplicarían racionalidad
económica en este país de pícaros y sodomitas políticos a los que gusta que sus
representantes se codeen con mafiosos bigotudos; por otro lado, ya que nosotros
al parecer no podemos, quizá dieran un poco por el culo a esos hijos de puta
que han dilapidado nuestro dinero público. A lo mejor no conseguimos que lo
devuelvan, pero por lo menos, les quitarían la cuota de poder que ahora tienen
y que, ha quedado demostrado, es lo único capaz de motivarles un comportamiento
dedicado y decidido. O quizá un rato de excitación sexual.
Alberto Martínez Urueña
26-07-2012
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