Llevo un tiempo decidiendo cómo afrontar esta nueva
entrega de la caidita de Roma, o más bien España. No sé de qué manera expresar
mi propia opinión, que viene a ser la de una gran mayoría de personas que se
enfrentan a la coyuntura de estar siendo literalmente violados en las
callejuelas oscuras de nuestro podrido sistema socioeconómico. Os juro por la
gloria de la madre de esos hijos de la política que viven aferrados a la
bancada del Congreso (el Senado simplemente es un lugar donde cobrar y engordar
de manera anónima en lo que te llega la jubilación millonaria) que he intentado
no ser agresivo o demagogo en esta nueva columna, pero me resulta total y
absolutamente imposible ver el panorama y no reptar por las paredes, o en este caso,
por el teclado, como una víbora asesina buscando cobrar su venganza.
Vivimos secuestrados en un sistema político que desoye
por completo el clamor de la ciudadanía, y cuando uso estas palabras, lo hago a
sabiendas de cuál es la definición que nuestros catedráticos les aplican. Tenemos
las manos tan atadas después de tantos años viviendo en la inopia creada para
silenciar nuestra conciencia que no nos queda ninguna posible reacción más allá
de la pataleta callejera. Y lo saben. Después de haber sobrevivido
intelectualmente hablando durante todos estos años, delante de las mamachico,
después la telebasura, los seriales para adolescentes, los anuncios de coches
para jóvenes inexistentes y toda la porquería que se os ocurra, ahora nos falta
la creatividad e imaginación, y también la capacidad de reacción auténtica,
para no dejar que nos asaeten con sus burdas leyes nacidas de un Parlamento
deslegitimado. Y sí, digo bien, porque cuando se votó a esa panda de corsarios
que ahora gallean en La Carrera de San Jerónimo, se hizo con la condición de
que cumpliesen lo prometido en campaña, y de eso, ya no queda un ápice. Primero
nos cogieron por los huevos con las ilusorias vacas gordas, y en las vacas
flacas, fueron incapaces de tomar las medidas que les dictaban los sabios de la
economía, e incapaces también de ejercer su labor de Gobierno y mandar a tomar
por culo a todos los que se estaban hinchando cual garrapatas en lomo de perro
vagabundo. Los únicos responsables son ellos.
Ahora, a las puertas de un supuesto abismo, nos agarran
del cuello, nos empujan contra la pared y nos dicen con gesto serio que se
acabó eso de tener derechos; que, a partir de ahora, calladitos y con buena
cara, o nos meterán la tranca del negro tan adentro que no podremos ni
articular gañido. Y digo lo de supuesto abismo por un motivo: quizá esos
hombres de negro de los que hablaba el infame Montoro sean el hombre del saco,
pero a lo mejor toman TODAS las medidas adecuadas que recomiendan desde los
organismos internacionales. A saber: quizá es cierto que hubiera que subir el
IVA, pero no es menos cierto que recomiendan subir los impuestos sobre el
capital y a las grandes fortunas, reducir el IRPF, hacer que el tipo de interés
que pagan las grandes empresas no sea la rechifla legislativa de un teórico
treinta por ciento se quede en el once efectivo y, entre otras más, liquidar las
entidades financieras cuyo coste de rescate sea superior al coste de
liquidación. Y es que es imposible hacerlo peor, os lo aseguro, y todo por
evitar que sus amiguetes Rosell y compañía, deudos de sus campañas electorales,
sigan llenándose el bolsillo mientras exigen que a los de siempre continúen
exprimiéndonos metódicamente como a limones resecos, metiendo el cuchillo para
sacar todo el juguillo que reste.
Hay multitud de ejemplos de todo esto que todos sabemos, de
cómo durante los diez o doce años precedentes a la crisis que nos está
destrozando la sociedad se inflaron a meterse pasta al bolsillo y después
pretenden seguir haciendo lo mismo sin repartir lo que se llevaron, diciendo
que sus ganancias son lícitas según el principio de propiedad privada, que no
se les puede exigir impuestos y que, en caso de que se nos ocurriera, se llevarían
el dinero del país (cosa ya hacen con la elusión y evasión fiscal). Tengo yo un
par de medidas disuasorias para esos casos, pero mientras tanto, iremos a lo
realista. Está estadísticamente comprobado que las crisis son precedidas por
una creciente desigualdad de renta que se prolonga hasta más allá de la salida
de la misma, concentración de rentas provocada por medidas de política fiscal y
monetaria que se basan en ideologías neoliberales de reducción de impuestos a
las clases altas, disminución de los tipos de interés en épocas de bonanza
económica, desregulación de los mercados financieros... Si queréis, sigo, pero
vamos, que al que no le quede claro que todo esto es porque los políticos nos
han vendido al capital es, o bien retrasado mental, o bien uno de los pocos
beneficiados (y propulsores) de todas esas medidas.
Así que, después de toda esta perorata, ahora nos toca
mirar, pensar y decidir qué medidas podemos adoptar, cada uno en sus propias
circunstancias, no ya para evitar que nos jodan vivos como lo están haciendo,
sino para dar por culo todo el tiempo que podamos, para resultar incómodos en
todo lo que nos dejen, para dar gritos en la calle y hacer una insumisión en
toda regla a toda esa panda de tarados y faltos de vergüenza. Porque no es un
problema de unos ciudadanos contra otros, sino el problema de siempre, el de
toda la vida desde hace siglos y siglos: el de cuatro hijos de puta que quieren
quedarse con todo, incluidos tú y yo, nuestras vidas y nuestro futuro.
Alberto
Martínez Urueña 17-07-2012
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