Que levante la mano el que pueda explicármelo de una forma contraria. No me valen aquellos que depositen su confianza ciega en ellos, porque por cada argumento dado, existen otros tres o cuatro distintos. Aquellos que me sigan en feisbuk, por ejemplo, saben que tengo la necia costumbre de leerme los artículos que escriben los miembros de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, y los tortazos que reparten son dignos de la sutileza de los Borgia y de la contundencia de Bud Spencer. Así que entremos al trapo.
Que alguien
me explique cómo puede ser que nuestro sector financiero jugase en la champions
y ahora tengamos que recurrir a evaluadores expertos independientes para que
tiren de una puta vez de la manta y digan lo que hay en los balances de los
bancos.
Que se me
razone, si no es molestia, cómo puede ser que una entidad diga primero
trescientos positivos, después tres mil negativos, y no haya una voz razonable
en nuestro sistema político representativo, ni una investigación, ni la
aplicación de delito contable nadie en base a semejante desviación en las
cuentas.
Que alguien
me diga de manera razonada por qué las premisas electorales en base a las que
se votó a esa indigencia mental con barbas dejaron de tener ningún tipo de
validez antes de los seis meses de mandato.
Si le place
a quien sea, que me indique los motivos por los que las desviaciones del
déficit público tienen distinto rasero según quien sea el que los cometa.
Si no es
demasiada molestia, me gustaría entender los motivos que llevaron a una señora
a proponer a otro señor para dirigir una entidad financiera y cuando éste la
lleva a la ruina (por eso hay que meter pasta pública), ni la señora responde
algo coherente cuando se la pregunta y el otro se enchufa diez millones de
euros (mil seiscientos sesenta y seis millones trescientas ochenta y seis mil
pesetas de las de antes).
Por favor,
y esto es importante: ¿qué sentido tiene que tengamos dirigentes en Europa, y
en lo que a nosotros nos concierne, que previamente formaron parte de los
órganos de responsabilidad de las empresas que nos llevaron a la crisis, o que
colapsaron en ella como el Titanic?
Más aún:
cuando dirigentes políticos que llevan decenios en el cargo hablan de que se ha
acabado la época del despilfarro de dinero público, ¿hasta dónde les atañe la
responsabilidad por su obvia participación en ese mencionado periodo en donde
derrocharon dinero que no era suyo?
Muy
importante al respecto de aquello de que todos tenemos parte de culpa: si el
ochenta por ciento de la riqueza de este país está en manos de menos de mil
personas, si el setenta y tantos por ciento de fraude fiscal es responsabilidad
de las grandes empresas, si el volumen de negocio de los mercados especulativos
es diez veces superior al de la economía real, y otra serie de frases que
denotan que no contamos una mierda, ¿qué porcentaje de culpa tienen esas
personas normales y corrientes, como tú y como yo, cuando pidieron una
hipoteca, hicieron una pequeña inversión, montaron una pequeña tienda?
Hilando con
lo anterior: ¿la asimetría en la información de los mercados, de los conceptos
económicos, de la composición de los instrumentos financieros, de las
decisiones tomadas en los más altos consejos de dirección de las empresas y de
los gobiernos de los países, es o no suficiente para que carguemos con el
muerto los que no tenemos nada que ver en ello? Es decir, la mayoría de las
personas no saben lo que es el Euribor: ¿son responsables de que una subida
suponga un encarecimiento de las posibilidades de endeudamiento de una pyme que
despide a diez trabajadores por ello?
Los propios
jóvenes españoles con una licenciatura como mínimo, inglés chapurreado,
víctimas de un sistema educativo más voluble que un adolescente puesto de coca,
traicionados por un sistema consumista que exige consumir y al mismo tiempo
sacar una carrera a curso por año, ¿son responsables de una dualidad en el
mercado de trabajo?
No sé si
vais pillando la idea. Hay una serie de cuestiones que nunca se resuelven, que
no tienen que ver con el paro, con la deuda, con si llegamos a fin de mes o con
si los niños pueden estudiar o han de ponerse a currar como nuestros abuelos. O
quizá sí tengan que ver, pero de manera indirecta. Hay una serie de cuestiones
que explican la podredumbre de la estructura sobre la que se asienta todo lo
demás, y que mientras no se resuelvan, a lo demás como mucho se le pondrán
parches. No tenemos líderes a la altura, o quizá no tenemos ciudadanía de
altura. Por ejemplo, una de las grandes demandas sociales queda demostrada si
hablamos de que nuestros políticos son incapaces de ponerse de acuerdo en las
directrices para hacer de nuestro sistema educativo un sistema competente y
realmente útil.
Así, quien
pueda, que me lo explique. Y el que no pueda, el que se rebote conmigo cual
balón de playa y estas cosas le pongan más negro que un pozo de petróleo, que
se sobreponga a esta barbarie de sistema y empiece a ser crítico con esos
bucaneros que nos dirigen. Y que no dé la razón a unos para evitar que la
tengan los otros que pueda considerar sus enemigos, porque en realidad, de
momento han demostrado serlo todos.
Alberto Martínez Urueña
28-05-2012