Pensarían ustedes que me iba a coger de la cuerda informativa preñada de morbosas noticias que hemos tenido esta semana e iba a tirar hasta que quedara seca la vaca que ofrece tan jugosos frutos, pero no; si acaso de refilón tocaré un tema en concreto y porque hay ciertas situaciones extremas que son tan ejemplificadoras que casi son de chiste, se lo aseguro. Esta vez toca hablar del gremio de periodistas, y antes de nada, para evitar males mayores, decir que como en cualquier agrupación humana que se precie, podemos encontrarnos con bellas personas, de esas que cuando las ves y las observas actuar lo más que puedes hacer es quitarte el sombrero; y después las del otro extremo, las que se placen de retozar en porquerizas unos con otros mientras por un lado se sonríen y por el otro se enmierdan a dos manos. Pero eso es enfermedad común a toda organización.
Como ya saben, disfruto cual mono en platanero con las tertulias televisivas, los debates de actualidad, las charlas unas veces calmadas y otras rayando el gallinero… Creo firmemente que ver ese tipo de programas es positivo, y desde luego no para adoptar la postura de unos o de otros, haciéndoles depositarios de mi facultad, que es privilegio y es obligación, de poder formar mi propio criterio, dentro de que éste sea más o menos acertado (que libre de error sólo están los muertos y los que jamás opinan de nada, dudando de si eso también es un error). Bien saben quiénes han tenido la desgracia de caer en manos de este insufrible monologuista de barra de garito que no soy precisamente de los que pasan por delante de la vida sin dar una personalísima opinión sobre prácticamente todo. Y eso sí, sin pretender juzgar personas, ingrato deporte nacional de esta nuestra España, tan rural y tan castiza, patrocinada desde hemiciclos, campañas electorales y partidos políticos de resultados anales.
La cuestión, y a lo que iba, después de esta digresión filosófica tan propia del que escribe, estriba en la palmaria utilización fraudulenta, es decir, manipulación, que algunos oradores de estos programas pretenden hacer para defender su tesis, en ocasiones aproximándose peligrosamente al malabarismo lógico, para justificar por encima y ante todo su postura política. Es fácil comprobar semejantes artes circenses sin más que pasear la vista por los grandes titulares de el amplio elenco de rotativos nacionales que podemos conseguir en los kioskos, o sin necesidad de salir de casa, visitando la prensa virtual que ofrece internet, para comprobar la amplia variedad de contextos, frases y requiebros dieciochescos que nos ofrecen, al respecto de una misma noticia, medios de extrema derecha que me repugnan a los del otro extremo que me avergüenzan. Porque como ya supondrán, no es lo mismo contar una misma noticia de una forma que de otra, y curiosamente da la casualidad de que a cada uno de estos rotativos y a sus asalariados se les acaba viendo el pie del que cojean sistemáticamente. No me malinterpreten, no estoy en contra para nada de que un columnista de opinión pueda expresar libremente su idea en el periódico que le contrate o en el foro que le dé la gana (si no de qué les iba a llegar a ustedes este mío). Con lo que ya no puedo ni quiero afiliarme es con la verborrea bajuna de quien porque le caiga mejor un partido político que otro defiende hasta la hora que elige el secretario del partido político en liza para acercarse al mingitorio. Porque hay que ser un poco más serio, y puedes estar más con unos que con otros, pero no por ello utilizar el don de la palabra, que algunos tienen, para venderlo en el mercadillo de la discrepancia política.
Así, de esta forma, podemos leer en periódicos o ver en medios televisivos como el redactor o el presentador utiliza distinto lenguaje y distinto tono para referirse a unos y a otros, entresacando lo jocoso del oponente por muy acertado que haya sido, y aplicándole todos los honores a lo que haya regurgitado su colega, aunque los honores por la aberración sean incluso póstumos. Ejemplos cristalinos de esta costumbre les hemos tenido en nuestro país cuando la televisión nacional era el escenario para enaltecer al gobierno de turno, o saliendo al extranjero, las plataformas mediáticas del mafioso Berlusconi o del maestro de pista Chávez, a los que sólo faltaría darles crédito o prestarles alguna atención en sus cacareos mediáticos.
Y es que una cosa es tener colores y otra muy distinta dejar que Rajoy o Zapatero (o los poderes fácticos a los que sirvan) nos marquen el camino a seguir en los razonamientos y en los criterios que han de ser, siempre y sin paliativos, nuestros. Que una cosa es que prefiramos que haya un partido en el poder, y otra cosa es que vendamos nuestra alma al diablo para conseguirlo, y siempre con la sonrisa que oculta el insulto zorruno; y por ahí no paso, señores, se lo puedo asegurar. Bien es sabido que en un partido político, llega el señor de turno que se encargue en cada partido, ya sea el señor Blanco o el señor Acebes, y dice que el que se mueva no sale en la foto, y los correligionarios de su frente unido hagan caso, y otra cosa es que el resto aceptemos por las buenas entregar nuestra capacidad de generar ideas propias al mejor postor. Y digo esto a sabiendas de que la mayoría de ustedes saben que siempre he tenido cierta inclinación política.
Porque como siempre procuro dejar claro, y espero que ya haya quedado suficientemente establecido en quien me lee, siempre que pueda y la vida me lo permita, seguiré haciendo y opinando aquello que me venga en gana, no lo que nadie pretenda introducir en mi cerebro haciéndome el salto del tigre. El mundo de las dos opciones, de estás conmigo o contra mí que tan en boga está hoy en día (o indios o vaqueros, o del PP o del PSOE, o a favor de la patronal o de los sindicatos, o del Barça o del Madrid) no va conmigo, lo siento, nunca me gustaron los caminos trillados. A sabiendas de que al final al que voy a tener que dar cuentas es a mí mismo, prefiero que sea por aquello en lo que en cada momento crea, no por lo que en la palestra diga el más guapo.
Alberto Martínez Urueña 16-11-2007
1 comentario:
Tronco, deberías ver la película "Leones por corderos".
Muy recomendable...
Un abrazo.
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