martes, 9 de julio de 2019

Es tan evidente que me disculpo por escribirlo


            Es una mala costumbre, pero se está convirtiendo en una costumbre necesaria: nada tengo en contra de los votantes de Ciudadanos y guardo un respeto absoluto al respecto de que ese partido político represente de forma más o menos cercana la forma de pensar de sus votantes. Incluso respeto que represente la totalidad de sus ideas, aunque esa simbiosis mental y emocional me pueda resultar chocante. Por supuesto, respeto a sus dirigentes, estoy convencido de que la intención consciente que tienen a la hora de llevar a cabo sus actuaciones está guiada por la convicción de sus ideas. El hecho de que las critique significa que considero que su actuación no es correcta, pero no es una definición de su calidad como personas, ni tampoco una definición sobre las personas que siguen sus postulados. Esto es aplicable a todas las personas en general, a las de los demás partidos políticos también.
            Creo que el panorama político actual es tremendamente violento, está cargado de agresividad y de polarización. De extremismo en las formas y en las declaraciones, aunque no en las ideas, por supuesto. O no en las ideas de la mayoría. Precisamente, me parecen ideas extremas, aunque sólo sea por el extremo insulto que suponen, las declaraciones de los dirigentes de VOX en Madrid con respecto al colectivo LGTBI. Disculpas por si se me olvida alguna palabra de la sigla. Más disculpas. Más gente que puede sentirse ofendida…
            Al turrón. Rocio Monasterio afirmando que en la educación pública se fomenta la zoofilia por culpa de este movimiento. Ortega Smith dándoles permiso para manifestarse… pero donde no se les vea mucho. Estas dos cosas, ya, per se, suponen una intolerable demostración de pretensión de ostracismo. Eso, en mi opinión, debería estar contemplado como una restricción de derechos fundamentales y defendido como tal por el Tribunal Constitucional en base al artículo 14 que propugna la igualdad de los españoles ante la ley; pero es que, además, la ley no puede producir discriminaciones entre españoles que les supongan una pérdida de derechos fundamentales como los que propugnan los artículos 15, 16, 18 y algunos otros que seguro que me olvido. Disfrazar una discriminación inaceptable con el apellido de “es mi opinión” no solo es una bajeza moral –califico la acción, no a la persona que la comete– sino que también debería ser delito. Como he dicho en multitud de ocasiones, no todas las opiniones son respetables. Entre otras argumentaciones que defienden esta tesis, tenemos la paradoja de la tolerancia, de Karl Popper. VOX no es un partido asimilable a ninguno otro precisamente porque pretende la discriminación no de cualquier grupo social, sino de los más desfavorecidos. ¿Cuáles son los grupos históricamente más atacados? Mujeres, homosexuales y niños. Estos últimos por simple debilidad, pero los anteriores son machacados sistemáticamente por la cultura judeocristiana desde los primeros capítulos de la Biblia. Son estos colectivos los que deben ser especialmente protegidos. Habíamos llegado a un consenso social en los últimos años, pero los encargados de hacer de la excepción la regla, costumbre arraigada en mentes de perspectiva estrecha –llamar a la violencia contra las mujeres violencia intrafamiliar es, además de un insulto contra la inteligencia, otra forma de violar derechos fundamentales consolidados–, han encontrado la forma de falsear los datos para conseguir seguidores. O para conseguir que sus seguidores encuentren el respaldo mediático para decir en voz alta lo que antes se iba poco a poco extirpando. Como un cáncer social. Precisamente por ser los dos colectivos más atacados de la historia, les hace ser los colectivos cuya violencia está más arraigada en el acervo cultural, y precisamente por eso es más complicado erradicarla. Y es donde más esfuerzo hay que hacer.
            Dicho esto, no acabo de entender la sorpresa cuando estos colectivos, ante el brujuleo constante de Ciudadanos con respecto a VOX, no quieren saber nada de Ciudadanos. Es más, entiendo que necesiten defenderse de Ciudadanos. Entiendo que no les quieran en el día del Orgullo porque, si aparecen en la cabalgata, tendrían entre ellos no a quienes les insultan, pero si a quienes coquetean con VOX para alcanzar poder. Digo brujuleo o coqueteo con pleno conocimiento de lo que suponen las artes amatorias del ligue: decir sin llegar a decir, insinuar sin llegar a nombrar, el juego del tira y del afloja, del yo voy si tú dices que vas… Toda una novela de Austen en las que, después de insinuaciones, idas y devaneos, el amor triunfa. Y el amor, en el siglo XXI, no siempre se concreta en papeles o capitulaciones matrimoniales: a veces hay parejas que se van a vivir juntas en condiciones poco ortodoxas.
            Entiendo que Ciudadanos tiene dentro de sus objetivos lograr una gran representatividad ciudadana para lograr implantar sus ideas en el ordenamiento jurídico español, y respeto que ir a la cabalgata del Orgullo, a pesar de negarse a firmar el manifiesto que exigía no negociar nada con VOX, les ofrezca la oportunidad de lograr ese objetivo. Sin embargo, creo que se equivocan brujuleando con VOX y creo que se equivocan yendo a una manifestación a la que no han sido invitados, o como en ésta, que se les informó debidamente que no eran bien recibidos. Respeto su opción, incluso después de saberse que no hicieron caso de la policía cuando les indicó que era una situación de riesgo. Respeto su opción política, pero igual que no estoy de acuerdo con los botellazos, no lo estoy con su actitud de tener que ser la novia en una boda en la que no están aceptados ni como camareros. Quizá deberían plantearse la incompatibilidad de brujulear con un partido que atenta en cada comentario que hace contra los dos colectivos más masacrados de la historia por la práctica totalidad de las culturas y pretender ir a las fiestas que éstos organizan.

Alberto Martínez Urueña 9-07-2019

PD.: Ahora esto se lo podéis aplicar a negociar con Bildu, con Arabia Saudi, con Venezuela, con empresas orgullosas de ser contaminantes y negacionistas de cambio climático o con la madre que les parió a todos ellos. Lo único es que me produce un poco de tristeza la necesidad de tanta disculpa y tanta puntualización.

miércoles, 3 de julio de 2019

Por desgracia



            Hablo sin pretender convencer a nadie, esto es lo que pienso.
            No estoy a favor de EH Bildu. Considero que un partido político que sólo ha condenado la violencia de ETA en comunicados necesarios para entrar a formar parte de gobiernos autonómicos, como en el año 2015, no merece crédito.
            No estoy a favor de ERC ni de JxC. No quiero que Cataluña se independice de España. Directamente, no quiero que nadie vulnere las leyes salvo cuando sean leyes que atenten contra la dignidad humana, y no creo que sea el caso.
            ¿Así se acaba con el debate en la política española? Buscad en Internet “PP pacto Bildu”. Hay sorpresas, curvas y derrapes sorprendentes. Básicamente, quiero que no nos perdamos en los titulares que de manera continua y con intereses espurios lanzan los líderes políticos. ¿El PP defiende los intereses de las víctimas de ETA? Buscad las declaraciones de Consuelo Ordóñez al respecto de Pablo Casado. ¿Qué Bildu vote lo mismo que el PSOE en Navarra deslegitima al PSOE? Si votase en contra, saldría beneficiado el PP. Iríamos a la investidura de Navarra Suma. Pero para que Navarra Suma logre formar gobierno, necesita la abstención de Bildu o de Geroa Bai (que defiende la integración de Navarra en el País Vasco y la independencia de éste). Ojo, o el voto favorable del PSN, legitimando el argumento de que gobierne la lista más votada. Eso, automáticamente, debería hacer presidente del Gobierno a Pedro Sánchez.
            ¿Y con el tema de Cataluña? Más curvas. Buscar “Pacto del Majestic”. Buscad, sino, información sobre los traspasos competenciales a las comunidades autónomas desde el año 79. Buscad cómo se aprobaron, en según qué momento, presupuestos nacionales o vascos, qué cesiones presupuestarias se otorgaron a Cataluña o el País Vasco para infraestructuras del siglo XXI mientras otras regiones de España tratan de sobrevivir con infraestructuras de mediados del XX. Esto me afecta personalmente, sobre todo, cuando quiero ir a Cantabria y tengo que ir por una autovía como la A-67. O si quiero ir a Gijón por la A-66. No digamos, llegar a Soria. Por supuesto, esto es culpa tanto del PP como del PSOE. La cuestión es que España está rota por mediación de los acusados, pero también por mediación de los acusadores.
            El principal problema que tenemos en España es que tenemos partidos como PNV, ERC, JxC, BNG y, por supuesto, Bildu, que son votados por cientos de miles de ciudadanos. Se propone cada cierto tiempo, en plan Guadiana, ilegalizar partidos que tengan en sus estatutos la idea de la independencia, incluso si lo defendieran de forma legal. También se ha propuesto desde la derecha que gobierne la lista más votada. ¿Por qué no ha legislado el PP estas cuestiones cuando ha tenido mayoría absoluta? ¿Por qué digo el PP y no el PSOE? Porque el PSOE aboga por el diálogo con todos los representantes de ciudadanos españoles. Diálogo dentro de las leyes. Y, por lo tanto, no va en su programa ni en su ideario ilegalizar ideas. Si no te gusta esto, no les votes.
            Lo siento, pero el discurso tanto del terrorismo como el del autonómico no permite encontrar diferencias entre los dos partidos mayoritarios. Podría plantearme el tema de Ciudadanos, pero del partido de la regeneración, de la ruptura de los bloques políticos o de la tendencia económico-liberal ya no queda nada. Por todos esos principios, debería estar dispuesto a dejar gobernar a Pedro Sánchez para evitar el condicionamiento independentista. Lo que le demanda el sector crítico de su partido o independientes como Manuel Valls y por lo que se han largado algunos de sus mejores hombres. Ha asumido como propio el discurso del PP y después de haber sostenido por responsabilidad al Gobierno de Rajoy, crea coaliciones como Navarra Suma, sostiene gobiernos como el de Mañueco en Castilla y León y se dispone a sostener al de Madrid o el de Murcia. Sólo VOX les puede torcer el gesto, porque los fachas a lo mejor no regalan gobiernos a cambio de nada.
            Lo siento, pero el discurso del terrorismo no me vale, y que España se vaya a romper tampoco (ya está bien rota y no hay visos de que nadie quiera zurcirla), así que tengo que sacarme las castañas del fuego por otros derroteros. Por desgracia para mí, además, estos partidos políticos no hablan con ninguna concreción de mis prioridades: nada de medioambiente, nada de transición ecológica, nada de ciencia, nada de Educación o Sanidad. Miento, alguna vez lo hacen, y sus ideas no me gustan.
            Además, por desgracia para mí, utilizan un lenguaje y unas formas que rompen por completo las dos únicas ideas de mi propio argumentario, el núcleo básico de mis propias ideas como ser humano: rechazo absoluto de cualquier forma de violencia innecesaria (y su lenguaje y sus formas son visceralmente violentas) y respeto al ser humano sea quien sea ese ser humano. Ya sé que la realidad es complicada, que los ricos dicen que no hay dinero para todo y que si la abuela tuviera pedales sería una bicicleta. Por desgracia para mí, esta falta de respeto y este lenguaje agresivo e incendiario lo utilizan todos los partidos políticos, porque, por desgracia para la inmensa mayoría de la ciudadanía, eso es lo que más vende. Los nuevos dirigentes políticos, con ayuda de las redes sociales y los medios de comunicación, han convertido la escena pública en un plató de Sálvame Deluxe, y esto es por culpa de quien lo compra. Lástima que los temas de que se trata en este caso no se solventen con un par de gritos de los tertulianos y los aplausos de quienes les compren la moto.

Alberto Martínez Urueña 3-07-2019