Es una mala
costumbre, pero se está convirtiendo en una costumbre necesaria: nada tengo en
contra de los votantes de Ciudadanos y guardo un respeto absoluto al respecto
de que ese partido político represente de forma más o menos cercana la forma de
pensar de sus votantes. Incluso respeto que represente la totalidad de sus
ideas, aunque esa simbiosis mental y emocional me pueda resultar chocante. Por
supuesto, respeto a sus dirigentes, estoy convencido de que la intención
consciente que tienen a la hora de llevar a cabo sus actuaciones está guiada
por la convicción de sus ideas. El hecho de que las critique significa que
considero que su actuación no es correcta, pero no es una definición de su
calidad como personas, ni tampoco una definición sobre las personas que siguen
sus postulados. Esto es aplicable a todas las personas en general, a las de los
demás partidos políticos también.
Creo que el
panorama político actual es tremendamente violento, está cargado de agresividad
y de polarización. De extremismo en las formas y en las declaraciones, aunque
no en las ideas, por supuesto. O no en las ideas de la mayoría. Precisamente,
me parecen ideas extremas, aunque sólo sea por el extremo insulto que suponen,
las declaraciones de los dirigentes de VOX en Madrid con respecto al colectivo
LGTBI. Disculpas por si se me olvida alguna palabra de la sigla. Más disculpas.
Más gente que puede sentirse ofendida…
Al turrón. Rocio
Monasterio afirmando que en la educación pública se fomenta la zoofilia por
culpa de este movimiento. Ortega Smith dándoles permiso para manifestarse… pero
donde no se les vea mucho. Estas dos cosas, ya, per se, suponen una intolerable
demostración de pretensión de ostracismo. Eso, en mi opinión, debería estar contemplado
como una restricción de derechos fundamentales y defendido como tal por el
Tribunal Constitucional en base al artículo 14 que propugna la igualdad de los
españoles ante la ley; pero es que, además, la ley no puede producir
discriminaciones entre españoles que les supongan una pérdida de derechos
fundamentales como los que propugnan los artículos 15, 16, 18 y algunos otros
que seguro que me olvido. Disfrazar una discriminación inaceptable con el
apellido de “es mi opinión” no solo es una bajeza moral –califico la acción, no
a la persona que la comete– sino que también debería ser delito. Como he dicho
en multitud de ocasiones, no todas las opiniones son respetables. Entre otras
argumentaciones que defienden esta tesis, tenemos la paradoja de la tolerancia,
de Karl Popper. VOX no es un partido asimilable a ninguno otro precisamente
porque pretende la discriminación no de cualquier grupo social, sino de los más
desfavorecidos. ¿Cuáles son los grupos históricamente más atacados? Mujeres,
homosexuales y niños. Estos últimos por simple debilidad, pero los anteriores
son machacados sistemáticamente por la cultura judeocristiana desde los
primeros capítulos de la Biblia. Son estos colectivos los que deben ser
especialmente protegidos. Habíamos llegado a un consenso social en los últimos
años, pero los encargados de hacer de la excepción la regla, costumbre
arraigada en mentes de perspectiva estrecha –llamar a la violencia contra las
mujeres violencia intrafamiliar es, además de un insulto contra la inteligencia,
otra forma de violar derechos fundamentales consolidados–, han encontrado la
forma de falsear los datos para conseguir seguidores. O para conseguir que sus
seguidores encuentren el respaldo mediático para decir en voz alta lo que antes
se iba poco a poco extirpando. Como un cáncer social. Precisamente por ser los
dos colectivos más atacados de la historia, les hace ser los colectivos cuya
violencia está más arraigada en el acervo cultural, y precisamente por eso es
más complicado erradicarla. Y es donde más esfuerzo hay que hacer.
Dicho esto,
no acabo de entender la sorpresa cuando estos colectivos, ante el brujuleo
constante de Ciudadanos con respecto a VOX, no quieren saber nada de
Ciudadanos. Es más, entiendo que necesiten defenderse de Ciudadanos. Entiendo
que no les quieran en el día del Orgullo porque, si aparecen en la cabalgata,
tendrían entre ellos no a quienes les insultan, pero si a quienes coquetean con
VOX para alcanzar poder. Digo brujuleo o coqueteo con pleno conocimiento de lo
que suponen las artes amatorias del ligue: decir sin llegar a decir, insinuar
sin llegar a nombrar, el juego del tira y del afloja, del yo voy si tú dices
que vas… Toda una novela de Austen en las que, después de insinuaciones, idas y
devaneos, el amor triunfa. Y el amor, en el siglo XXI, no siempre se concreta
en papeles o capitulaciones matrimoniales: a veces hay parejas que se van a
vivir juntas en condiciones poco ortodoxas.
Entiendo que
Ciudadanos tiene dentro de sus objetivos lograr una gran representatividad
ciudadana para lograr implantar sus ideas en el ordenamiento jurídico español,
y respeto que ir a la cabalgata del Orgullo, a pesar de negarse a firmar el
manifiesto que exigía no negociar nada con VOX, les ofrezca la oportunidad de
lograr ese objetivo. Sin embargo, creo que se equivocan brujuleando con VOX y
creo que se equivocan yendo a una manifestación a la que no han sido invitados,
o como en ésta, que se les informó debidamente que no eran bien recibidos.
Respeto su opción, incluso después de saberse que no hicieron caso de la
policía cuando les indicó que era una situación de riesgo. Respeto su opción
política, pero igual que no estoy de acuerdo con los botellazos, no lo estoy con
su actitud de tener que ser la novia en una boda en la que no están aceptados
ni como camareros. Quizá deberían plantearse la incompatibilidad de brujulear
con un partido que atenta en cada comentario que hace contra los dos colectivos
más masacrados de la historia por la práctica totalidad de las culturas y
pretender ir a las fiestas que éstos organizan.
Alberto Martínez Urueña
9-07-2019
PD.: Ahora esto se lo podéis aplicar a negociar con Bildu, con
Arabia Saudi, con Venezuela, con empresas orgullosas de ser contaminantes y
negacionistas de cambio climático o con la madre que les parió a todos ellos. Lo
único es que me produce un poco de tristeza la necesidad de tanta disculpa y
tanta puntualización.