lunes, 9 de julio de 2018

Mi derecho a decidir


            Querido amigo independentista. Hoy copas las portadas de los medios de comunicación con la región de Pedro y Joaquín. Reunión de alto copete. Toda la nación parada, todos los medios opinando del tema. Ojo, siempre he creído que el diálogo es mejor que la de la unilateralidad y de la violencia, eso de lo que acusaste de manera sistemática a los españoles y que aplaudiste alegremente cuando la tomaron tus políticos. Incoherencias de la vida, ¿verdad? Por otro lado, ya sabes que yo soy un firme defensor de la libertad individual inalienable de las personas. Nadie puede quitarte esta libertad, y no seré yo quien lo haga. Otra cosa es que el ejercicio de esa libertad no tenga consecuencias. Además, yo también ejerzo mi libertad individual, la reclamo, y la ejecuto en mi opción a defenderme de tus gilipolleces. Espero que respetes mi libertad a utilizar un lenguaje que no sea de peleles y meapilas, y te restriegue por esa jeta de cemento tres o cuatro verdades.

            Pero lo del derecho a decidir de las regiones está ya muy manido, lo he tratado aquí varias veces, siempre he dicho que en vuestro caso, no tiene un pase. Esta bobada no cuela cuando eres una de las regiones más ricas de Europa y a lo que huele tu pretensión es a lo de siempre cuando hablamos de dinero: la insolidaridad del desalmado con posibles. Ahí escuece, ¿verdad? Sobre todo a esos imbéciles que se dicen de izquierdas –es evidente que no tienen ni puta idea de lo que eso significa–, pero se autosubsumen en un proyecto que rompe por completo cualquier noción de redistribución interterritorial o internacional o interpersonal. Un proyecto evidentemente egoísta. Porque si se quejase Asturias por el maltrato sufrido por el gobierno central tendría sentido. Pero que os quejéis vosotros… Manda huevos.

            Y digo Asturias por no mencionar mi región, Castilla y León. ¿Sabes?, ayer volvía de unas cortas vacaciones en el Norte, en Cantabria, y lo hacía por la A-67, vital para dar salida a un posible puerto de mar como es Santander y, junto con la A-62 y la A-66, para unir Salamanca, Zamora, León, Valladolid, Palencia y Burgos. La A-601 une Valladolid con Segovia. Ávila está conectada con la A-6 y con Salamanca. Hay otra que une León con Burgos, cortando a la que baja de Santander. Como ya te habrás dado cuenta, si acaso en el colegio te dieron algo de geografía –sé que viste algo de Historia, pero es poco fiable lo que te hayan contado–, me falta una capital de provincia, ciudad de un buen amigo, que se llama Soria. Ésa, autovías no tiene ni se las espera. Autovías, ésas de las que tenéis varias en tu región entre las cuatro capitales de provincia. No una como Segovia o Ávila, o ninguna como Soria. No de esas incidentales como la A-6 o la A-1, y en vuestro caso la A-2, fruto del centralismo radial. Varias para las ciudades, para unir pueblos, para hacer llegar productos y ciudadanos, desde hace muchos años… Para lograr ésa más que estudiada causalidad –ya sabes, no es correlación, es causalidad– entre la inversión en infraestructuras y el crecimiento económico de las regiones. Pues además, algunas de esas autovías de mi región, como la que transitaba ayer, tienen el firme que parece que haya sufrido el paso de la escuadra de elefantes con que Aníbal invadió la península itálica hace más de dos milenios. No es coña, los viajeros vamos por el carril de la izquierda de manera sistemática: el de la derecha convierte la sensación de ir en tu coche a ir en una diligencia. Tú no sabes lo que es un auténtico déficit en infraestructuras. Ni de coña.

            Y hablo de mi región. Si le echas un vistazo al mapa de Extremadura, por poner un ejemplo, te percatas de que más allá de cuatro autovías, dos de ellas circunstanciales, dejan al resto convertido un desierto. Escribo esto sin saber cuáles serán los resultados de la charla que mantendrán en La Moncloa Pedro y Joaquín, pero en realidad, hace tiempo que me la trae al pairo. Entrar al debate sobre el contenido esas negociaciones supone negar verdades tan evidentes que intentarlo únicamente sacaría bilis negra y ganas de que os independicéis, pero de verdad, como hace todo aquel que se independiza: se marcha de la casa de sus padres, la que le han puesto ya construida, de la que han mamado toda su infancia, y se largan a encontrar la suya. Podéis organizar un viaje y llamarlo diáspora, como los judíos –y otros muchos pueblos–, que queda elegante, o directamente iros a la mierda. Pero éste que te escribe se niega, una vez más, a entrar a ese debate del que los medios no hacen más que largar sin ningún tipo de rubor, siendo cómplices de la importancia que os dais. Un debate, en el que siempre has hecho trampas, jugando a la extorsión del que más tiene y clavándosela a los que, por mala suerte, o quizá más bien por mala planificación gubernamental y malos políticos, tienen una situación mucho más desfavorable que la tuya. Imbécil.

 

Alberto Martínez Urueña

 

            PD: si me dirigiese a esos amigos míos de derechas a los que tanto quiero, les diría que no les estoy dando la razón en nada. Los hechos ejecutados por sus líderes parecen mucho más enérgicos e imperativos, pero en la práctica, la España que ha necesitado efectivamente de su protección sigue viviendo como un trozo de merluza expuesto al sol del mediodía. Y espero que no utilicéis los argumentos de solidaridad interterritorial, porque la defensa de un sistema tributario regresivo y escaso como a veces planteáis supone la insolidaridad interpersonal, amén de ser contrario al artículo 31 de la Constitución que con tanto fervor agitáis en otras ocasiones.

 

            PD2: En resumen, aquí, en gran parte del interior de España, estamos un poco hasta los cojones, y reclamamos nuestro derecho a decidir defendernos, tanto de los que no nos pueden ni ver desde Cataluña como de los que nos ningunean desde Madrid.