viernes, 15 de marzo de 2013

Cazando avestruces


            ¿Os acordáis ya hace unos meses cuando empezó a tener repercusión mediática aquello de la gente pirada que por perder su casa se estaba empezando a tirar por la ventana, o cualquiera de sus múltiples variantes? Un grupo de cariacontecidos políticos saltaban a las pantallas de la televisión con gesto de Cristo doliente y lágrimas de cocodrilo bramando por la injusticia que se estaba produciendo en nuestro pobre pero orgulloso país, y juraban ante las santas escrituras que no iban a permitir que siguieran sucediendo tales ignominias mientras ellos estuvieran en sus cargos. Pondrían cuerpo y alma para poner solución a un problema que, eh voila, parecía haber llegado por generación espontánea de un día para otro.
            El paso del tiempo ha dejado claro que nada de esto fue cierto, claro, por varias razones. De haber puesto cuerpo y alma, ahora tendríamos el camposanto lleno de carnaza y, como sociedad, nos habríamos quitado de encima mucha sanguijuela que lo único que sabe hacer es boquear como una sardina fuera del agua, sin que su presencia parezca servir para mucho más que para entretener a sus adláteres. Además, de haber hecho algún esfuerzo, quizá se habrían evitado otros desahucios sucesivos, e incluso alguna otra muerte más que, como no pertenecía a ninguno de sus partidos políticos, no ha tenido demasiado peso en sus conciencias y en sus medios afines. No hay que olvidar que aquella muerte que suscitó su reacción afectaba a personas vinculadas a uno de sus partidos.
            Pues todo se quedó como estaba, o al menos eso parecía que iba a suceder, pero los acontecimientos les han ido poniendo en evidencia con una contumacia digna de un fervoroso talibán. Primero fue la iniciativa legislativa ciudadana que, habiendo recogido el número de firmas constitucionalmente establecido, estuvieron a punto de no admitir a trámite. Por supuesto, el ordenamiento jurídico les habilita para ello, pero se debieron de dar cuenta de que quedaba tan feo que al final accedieron a que la ciudadanía metiera las narices en su corralito privado, aunque sólo fuera para maquillar un poco el tema. Incluso establecieron una comisión parlamentaria para tratar la cuestión al que llamaron a consultas a los máximos expertos en este campo para tener una idea lo más precisa del problema y sus aristas. Por supuesto, los máximos (y casi únicos) expertos en este campo que encontraron más a mano eran los honrados directivos de banca que dieron su particular y objetivo punto de vista al respecto, mientras que personajes como los representantes de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, gentecilla de dudosa catadura, además de sospechosos marxistas, así como señores Jueces y Magistrados, también de dudosa capacidad y formación técnica en el tema, quedaban fuera o ninguneados en horarios poco vistosos y con poca posibilidad de tener alguna relevancia mediática.
            Y pasaron los días.
            Y volvieron a quedar en evidencia. De nuevo, actuando con esa manifiesta y vergonzosa táctica (la del avestruz) de ir dejando pasar el tiempo para ver si así las cosas se resuelven solas, o las resuelve el siguiente que venga y se tenga que comer, irremediablemente, el marronazo, han ido alargando los plazos. Plazos que, mirados en días, o en semanas, a ellos les parecen pocos, pero a cada uno de los desahuciados en ese tiempo les ha debido saber a gloria bendita. Y han sido los responsables de Justicia de la Unión Europea, que de algo sirven, los que han puesto de manifiesto la absoluta indefensión en la que se encuentran los afectados, la absoluta injusticia de un procedimiento que convierte a una de las partes en juguete en manos de la otra, que está perfectamente habilitada para instar un procedimiento judicial (el juez está atado de pies y manos) en el que desposeer a toda una familia de un techo y unas paredes donde guarecerse. Da igual que hubieran realizado tasaciones disparatadas, que sus políticas de riesgo fueran semejantes a las de un politoxicómano o que los contratos encerrasen cláusulas contractuales envidiadas por la Santa Inquisición. Da igual que esos manejos bancarios hayan multiplicado en nuestro país los efectos de una crisis mundial. La teoría es que si ellos caen, nos caemos todos, justificación por la que llevamos varios años entregándoles dinero a fondo perdido para que cuadren unas cuentas que, borrachos de cemento, ellos mismos descuadraron.
            No va a haber nadie que se acuerde de sus muertos a la cara (porque te ponen una querella en cuanto toses aunque apliques estrictamente acepciones de la Real Academia de la Lengua en su definición): ni de los unos que lo permitieron, desde la Comisión europea hasta los gobiernos sucesivos que han saqueado y saquean este país desde La Moncloa, hasta los que lo cometieron, y hablo de todos esos Consejos de Administración que mientras hundían la entidad, ellos se lo llevaban crudo en pensiones de superlujo. Pero en ciertas ocasiones, y ésta es una de ellas, se echan de menos mecanismos, eso sí, muy democráticos, parlamentarios y constitucionales que habilitasen mecanismos para que la ciudadanía pudiera vengarse en plaza pública de todos estos grandísimos hijos de puta.

Alberto Martínez Urueña 15-03-2013

sábado, 9 de marzo de 2013

Matar al mensajero


            Hoy he decidido que voy a hablar de política como a mí me gusta, después de varios textos comedidos. No se me asusten demasiado, porque no va a ser de insultos gratuitos, ni nada parecido. Creo que la categorización y definición de cada punto tratado han de ser ejecutados con la mayor precisión posible, con método quirúrgico debido para no acabar matando moscas a cañonazos.
            Y es que últimamente el desbarre silogístico de la derecha española está resultando, cuando menos, un deporte de riesgo: la hostia que se pueden acabar llevando tiene visos de que se definiría como antológica. Y todo, permítanme la expresión, por la incompetencia de los personajes que los señores que están en la sombra, moviendo los hilos, han puesto para manejar sus intereses públicos. Sí, señores en la sombra, y no estoy hablando de teorías de la conspiración: si Batasuna era el brazo político de los hijos de perra de ETA, si UGT es el sindicato hermanado con el PSOE, entonces el PP, siglas que engloban ideologías en algunos casos enfrentadas como son el partido liberal, el democristiano y el anterior Alianza Popular, es el brazo político del capital económico de este país. Y esto no es ninguna crítica per se: cada uno tiene derecho a constituir un partido de representación pública que defienda sus intereses. Otra cosa distinta es a quién elijas como cabeza visible. Por último, sí, afirmo que son marionetas de un poder mucho más elevado.
            El problema de querer mantenerte como sea en un puesto que no es el tuyo, sin capacidad para ello, es que antes o después se te ve el plumero. Evidentemente, en política, la oratoria y la imagen es fundamental, y ésta es una virtud que en demasiados casos es tan escasa como la vida humana en un cementerio por la noche: si la hay es furtiva y huidiza. Todo el caso Bárcenas está demostrando que esos adláteres de la pasta improvisan peor que un enfermo de Parkinson lo haría con una guitarra y que además mienten de pena, porque a cada declaración que hacen, tenemos la réplica al día siguiente en algún medio de comunicación revelándonos el engaño. O si no, la ilegalidad de lo mencionado, como lo del despido diferido del que nos hablaba Cospe. Joder, es que incluso han conseguido poner de acuerdo a El Mundo y a El País.
            Pero ya, lo que raya el paroxismo es cuando la única defensa es matar al mensajero. Y me explico. Analizar un razonamiento siempre es útil, en más de un sentido: puedes aprender algo, y eso nos hace falta a todos; quizá incluso te des cuenta de equivocaciones pretéritas y puedas rectificar; puedes practicar y de estar manera agilizar el proceso de coger al mentiroso… Hay razonamientos que soportan las pruebas más duras y se demuestran verdaderos, y esto hace que todos estos cantamañanas que no saben hacer la o con un canuto queden en evidencia y comiencen a traicionarles los tics involuntarios. El colmo de tal incompetencia en todo caso es que, cuando resulta que la construcción del mensaje y la veracidad de su contenido son impolutos, recurren a ese reducto mañoso y sórdido de pretender pervertir la honestidad de quien lo emite.
            Todo esto viene a colación, entre otros que también hay, por las declaraciones de ciertos actores de cine en la gala de los Goya. Antes de nada, diré que admito, aunque no comparta, la crítica de que en esa celebración no se debería hablar más que de cine; admito también que haya algunos de ellos que viven de puta madre en otros países pagando menos impuestos; incluso puedo admitir que, a fin de cuentas, las simpatías por las personalidades públicas son particulares de cada uno. Otra cosa, en cambio, es lo que digan de forma, en lugar o con antipatía pasiva incorrectas. Porque puede ser el lugar inapropiado, los que menos ejemplos deban dar o tíos que puedan caer como una bomba termonuclear (a mí no me ocurre, pero conozco a otros que sí), pero si lo que estaban diciendo era cierto, no deja de serlo por ninguna de las condiciones anteriores.
            Otro de los mensajeros cada vez más vilipendiados son los periodistas. Si acaso se les ocurre entrar en ciertos temas, la táctica consistirá es criticarles porque tienen sus seguros médicos, sus dineros en el caso de ser famosos o famosillos, y su orientación ideológica más o menos marcada. Si el periodista en cuestión pretende preguntar, o informar, o expresar una opinión, da igual quién sea, donde lo diga, el dinero que gane o las veces que se meta un dedo en la nariz buscando habas: lo importante será la noticia, el contenido de su disertación y la construcción de su opinión.
            Defender una mentira en base a las características de quien pretende desvelarla puede resultar efectivo en sede judicial en base a una serie de garantías procesales, pero no resiste un análisis realizado con el más sencillo sentido común. De igual manera que personajes de lo más oscuros han quedado absueltos de delitos evidentes, no por ello limpiaron su imagen. Atacar al mensajero, sea quien sea, para justificar una actuación ilegítima, dudosa o manifiestamente injusta únicamente demuestra dos cosas: esta actuación no resistiría el más mínimo análisis y el actuante deja clara su incompetencia.

Alberto Martínez Urueña 9-03-2013

sábado, 2 de marzo de 2013

Datos y posibles implicaciones


            Podría deciros que os aburrierais un rato investigando cómo se determinan ciertas cifras de Contabilidad Nacional, que es un método oficial y uniforme para sintetizar datos económicos, ya sea a nivel de un país o de una región determinada. En todo caso, es utilizada por la Unión Europea para contabilizar datos de sus Estados Miembros, y entre otros, estaríamos hablando del tan conocido por todos Déficit Público, o el PIB o la Renta disponible en cada territorio.
            En los últimos días se han ofrecido ya estos datos por parte del Gobierno español, así como datos de otros organismos como el Fondo Monetario Internacional, la OCDE, la Comisión Europea y otros. En ellos, casi por consenso, echan por tierra las perspectivas nacionales, pasando de un -0,5% de crecimiento que argumenta el Gobierno a un -1,5% de media entre ellos. Incluso algunos analistas estadounidenses hablan de cifras de decrecimiento superiores. De hecho, el único que da un decrecimiento inferior al 1% es el ejecutivo de Mariano Rajoy.
            Por otro lado, tenemos el dato del déficit público, superior al 6,2% al que se habían comprometido a comienzos del año 2012, alcanzando una cifra del 6,7%, no muy superior, es cierto, e inferior al 8% del año 2011 del cual no se responsabilizan, como es obvio. Sin embargo, en el año 2011, para el cálculo de esas cifras, se incluyeron en la partida de gastos las ayudas a la banca, mientras que este año se han sacado del cómputo. Incluyendo estos datos (40.000 millones de euros redondos), estaríamos hablando de un Déficit Público del 9,9%.
            Uno de los datos de los que se ha congratulado Cristóbal Montoro y su equipo ha sido la reducción del Déficit Exterior (lo que debemos menos lo que nos deben), debido a la reducción del consumo interno (eso es mérito suyo, sin duda, pues los españoles cada vez pueden consumir menos) y un aumento de las exportaciones (que no es mérito suyo, salvo si consideramos que la reforma laboral ha abaratado los costes laborales, es decir, nuestro sueldo, y de esta manera hemos ganado en competitividad). Sin embargo, he de decir que, como consecuencia de que la crisis en los países de nuestro entorno, principales destinatarios de nuestras exportaciones, el ritmo de éstas se ha visto sensiblemente reducido.
            Nuevos estudios económicos, considerando nuevos datos, nuevos métodos y nuevas perspectivas acerca de los resultados de la reducción del Gasto Público sobre la Recaudación Pública, sobre el Déficit y sobre el Crecimiento Económico ponen de manifiesto que el discurso predominante entre las élites políticas europeas es, cuando menos erróneo. Para los que sepan algo de Economía, han demostrado que la elasticidad del gasto público con respecto a los ingresos es superior a 1, con lo que una reducción de 1 en el gasto público, supone una disminución de los ingresos en una cuantía superior a esa unidad. Se habla de una elasticidad que ronda el 1,5, y no ese 0,7 del que hablaban para justificar estas medidas.
            Uno de los motivos con que nos han bombardeado durante todo este tiempo ha sido que la sociedad española ha vivido por encima de sus posibilidades durante demasiado tiempo. La deuda pública española antes de la crisis, era más de 20 puntos inferior a la deuda alemana. Esa deuda podría ser una medida de ese “vivir por encima” del que nos acusaban nuestros vecinos del Norte, y quedaría, al menos en entredicho, ese discurso demagógico y falso. A este respecto, como ejemplo, se calcula que en España se han producido unos 400.000 desahucios desde el inicio de la crisis. ¿Cuántas familias tienen una casa en propiedad en este país? Los datos del INE sobre el número de viviendas en España más actualizados son del año 2001, y hablan de un número de viviendas de 20.000.000 redondos. Esto supondría que, si consideramos que TODOS los desahuciados han vivido por encima de sus posibilidades, estaríamos hablando de un 2% de personas. No creo que esto fuera motivo para hacer generalizaciones.
            Todo este ejercicio de síntesis que os expongo es por los siguientes motivos: en primer lugar, somos varios (incluyendo personas con una indudable credibilidad, no como yo) los que pensamos que el Gobierno hace las cuentas con una, cuando menos, excesiva alegría, cuando no manipula las cifras para que beneficien. Me da igual si esto lo han hecho y lo hacen todos: no voy a entrar en el discurso del “y tú más”. Estamos donde estamos y yo hablo del Gobierno que ahora está en La Moncloa.
            En segundo lugar, esa manipulación está hecha por distintos motivos, entre los que se encuentran hacer sentir culpables a los ciudadanos, responsabilizándoles de una situación de la que no tienen ningún delito como sociedad, en cuanto que si hubiera responsables, sería una pequeñísima parte de la ciudadanía que no podría ser extrapolable a la totalidad.
            ¿Qué hay detrás de toda esta situación? ¿Qué se esconde detrás de esta crisis? Qué queréis que os diga, cada vez hay más voces que argumentan motivos que van más allá de la simplista explicación económica, y cada vez hay más motivos para que yo me adhiera a ellas.

Alberto Martínez Urueña 1-03-2013